Lendoiro frena la dimisión de Arsenio, cansado de que la afición le exija ganar la Liga
La crisis se desencadenó ayer abruptamente en el Deportivo de La Coruña. Harto de la ingratitud de una parte del público y de las críticas de algunos de los más significa dos futbolistas de la plantilla, el entrenador, Arsenio Iglesias, puso su dimisión sobre la mesa de Augusto César Lendorio, el presidente del club. Lendoiro rechazó la renuncia del técnico apelando a la "serenidad" y al "diálogo" con los jugadores. Por encima de todo, Arsenio quiso lanzar un mensaje en un momento delicado de la temporada: no acepta la presión de los que le exigen ganar el título.
Después de tres años instalado en la euforia, los problemas han explotado en el Deportivo. El empate del pasado sábado frente al Madrid desató la tormenta. Jugadores muy apreciados por el entrenador, como el capitán, Fran, criticaron sus planteamientos tácticos, que consideran excesivamente conservadores. Parte de la afición también se sumó a la caza del técnico, abroncándole con insistencia.Abierta la veda contra él, Arsenio anunció al término del entrenamiento de ayer que acudiría a la sede del club para pedir al presidente que le buscara "un recambio". "Es lo mejor para el Deportivo, al que yo tanto quiero ", explicó el entrenador, con gran serenidad pero sin disimular su gesto dolido. Lendoiro reaccionó con enorme prudencia y pidió al técnico que siga, ante el temor a las imprevisibles consecuencia de su abandono.
Las relaciones entre la directiva y el entrenador tampoco son muy amistosas. Parte del consejo de administración discrepa de sus métodos y desde hace semanas se comenta en La Coruña el supuesto interés deportivista por fichar para la próxima temporada al galés John Toshack. Sin embargo, Lendoiro siempre ha respetado a Arsenio como el mayor símbolo en la historia del club. Así lo destacó ayer el presidente en su intento de enterrar los problemas: "No se puede discutir ahora, a mitad de temporada, la valía de Arsenio, demostrada durante tantos años".
. El Deportivo se encuentra ante una crisis de madurez. La afición es cada día más exigente y los futbolistas han empezado a mostrar ciertos síntomas de depresión por quedarse a las puertas del último campeonato. Algunos, como Fran, creen que para dar el salto definitivo les falta más osadía en su juego. Además, la plantilla ha ido creciendo hasta dejar fuera del equipo a futbolistas que habían marcado época en los últimos años y ahora se resisten a perder protagonismo, como Claudio o José Ramón. Ambos ya arremetieron contra el técnico en vísperas del choque frente al Madrid.
A Arsenio le tocaba cargar con todo ese cúmulo de sensaciones ajenas y ayer decidió rebelarse. "Fran ha dicho que tal como estamos jugando corremos el riesgo de perder el Campeonato y yo no quisiera tener esa responsabilidad tan grande", explicó, "no quiero que me culpen al final por quedar segundo. Sobre mí han recaído una presión y unas exigencias muy grandes". El criterio de Arsenio es que aunque su equipo esté inmerso en la lucha por el título, el objetivo fundamental debe ser asegurar una plaza para la Copa de la UEFA.
Las críticas de los hermanos Fran y José Ramón, los dos únicos gallegos del equipo, han sido particularmente dolorosas para Arsenio. 'Tos jugadores son libres para expresar su opinión aunque a mi no me guste", afirmó el entrenador, "pero lo que me ha sentado mal es que José Ramón dijese que se sentía humillado por no jugar contra el Betis. Eso es intolerable. En mi ánimo nunca ha estado humillar a nadie".
Lendoiro parece haber optado por jugar un papel mediador. El presidente defendió el derecho de los futbolistas a opinar aunque consideró "poco sensatas" sus últimas declaraciones. Algunos jugadores se han quejado de que el técnico no explica sus decisiones y en eso Lendoiro pareció darles parte de razón al proclamar que "hay que recuperar el diálogo".
Tras conocer la decisión del técnico, los futbolistas más críticos pusieron cara de no haber roto un plato en su vida. Fran aseguró que nunca había pretendido cuestionar a Arsenio, mientras Claudio confesaba cándidamente: "Me equivoqué por no hablar con él antes de hacer declaraciones".
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