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El Ejército pasará factura a Yeltsin

El inminente aplastamiento de los chechenos refuerza, ante todo, a los militares rusos, que sin lugar a dudas pasarán la cuenta al presidente Borís Yeltsin y exigirán que otorgue las asignaciones que hasta ahora había negado al Ejército y al complejo de la industria militar.Si los apetitos de los uniformados, como se pronostica, resultan demasiado grandes, los ingentes gastos militares pueden perjudicar las reformas, las privatizaciones y, en última instancia, terminar con el avance hacia una economía de mercado.

Las Fuerzas Armadas en 1994 pidieron, en un principio, 87,8 billones de rublos (3,1 billones de' pesetas) para su presupuesto. Después, al comprender que era imposible conseguir semejante suma, dijeron, que el mínimo para poder seguir funcionando, eran 5-7 billones de rublos, pero sólo les prometieron 40,6 (21% del presupuesto estatal). Esto produjo un fuerte descontento en las filas del Ejército porque significaba prácticamente terminar con las investigaciones para modernizar el armamento ruso. Y el malestar de los

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militares ha aumentado últimamente, ya que en realidad recibieron 8,5 billones de rublos menos de lo prometido. Este año piden 90 billones de rublos, pero el Gobierno les quiere dar sólo 45.

Ceder a las presiones financieras del Ejército puede tener senas consecuencias para la economía nacional. Ante todo, puede significar una vuelta al centralismo que existía en los tiempos de la extinta Unión Soviética. Precisamente, la, gran militarización de la economía soviética motivaba su "supercentralización", según ha explicado el conocido historiador Yuri Afanásiev.

El 80% de la industria de la desaparecida URSS trabajaba para fines militares, según recuerdan los expertos. Aunque este porcentaje se ha reducido sustancialmente en cifras absolutas, el problema es que "la fisonomía tecnológica y estructural de la industria" sigue siendo la misma, afirma Afanásiev.

Además, numerosos especialistas coinciden en que Rusia continúa siendo uno de los países más militarizados del mundo. Si se suman todas las estructuras militares -Fuerzas Armadas, tropas del Ministerio del Interior, guardia fronteriza y otros- resulta que Rusia tiene 3,5 millones de hombres en armas y que unos 14 millones de personas es tan ocupadas en la esfera militar, es decir, una quinta parte de la población activa.

La victoria militar en Chechenia significará que el peso de la milicia, lejos de disminuir como necesitaría Rusia para modernizarse, aumentará. Y el Ejército no sólo exigirá después de esta guerra más dinero, sino también que se ponga fin a la política de reducción de sus filas.

El aumento de la influencia política de los militares y el hecho de que ellos ahora aparezcan como la única base de apoyo del presidente hará que éste no pueda negarse a cumplir sus exigencias, pues de lo contrario significará la muerte política del mismo Yeltsin.

Los militares, además de dinero y del fin de la reducción del Ejército, querrán asegurarse contra la crítica que su actuación despierta en los medios de información, lo que mermará la libertad de expresión que los rusos han tenido últimamente.

Si se toma en consideración que detrás del Ejército actúa el complejo de la industria militar, podemos concluir que el primero tiene una excelente palanca de presión sobre Yeltsin en la persona del general Alexandr Korzhakov, jefe del Servicio de Seguridad del Presidente (SSP). Korzhakov, que cumple a fines de enero 45 años, es muchísimo más que un simple guardaespaldas del titular del Kremlin. Como ha quedado demostrado en documentos publicados últimamente en la prensa nacional, Korzhakov no sólo tiene en sus manos la vida de Yeltsin, sino que además se ocupa activamente de política e incluso da consejos -que más parecen órdenes- al primer ministro. Este general, proveniente del KGB, es protector de Oleg Soskovets, el primer vicejefe de Gobierno, que supervisa el complejo de la industria militar.

Korzhakov ocupa el sexto puesto entre los políticos más influyentes de Rusia, según la clasificación que mensualmente realizan 50 conocidos politólogos nacionales. Cabe destacar que entre los diez primeros a fines de diciembre se encontraban también los titulares de Defensa, Pável Grachov; de Interior; Víktar Yerin, y de contraespionaje, Serguéi Stepashin.

La fuerza militar que posee Korzhakov es imponente. Según los expertos, el SSP es la estructura militar de mayor capacidad de combate en Moscú. Bajo su mando tiene las unidades de élite de la ex Novena Dirección Principal del KGB, además de una serie de grupos especiales del Ejército y del Ministerio del Interior que se le traspasaron después del bombardeo del Sóviet Supremo en octubre de 1993.

Por el momento, el general Alexandr Korzhakov permanece a la sombra de Yeltsin. Ahora bien, si el Ejército decide que se puede prescindir del actual presidente del país, entonces Korzhakov será uno de los que tendrá más posibilidades de convertirse en el hombre fuerte de Rusia, ya que sin este militar no se podrá dar un golpe de palacio incruento.

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