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'Annus terrribilis'

Que este año acabe ya. No ha sido un buen año. Quizá sea un optimismo voluntarioso el que me lleva a decir que ha podido ser peor. Se dice que las fuerzas que crean el mal son las mismas, que provocan lo mejor: aceptemos el augurio.Este año hemos visto cómo la superpotencia estadounidense ha manifestado las inseguridades e incoherencias propias de un pequeño país acéfalo. Hemos asistido al espectáculo de una Rusia que se conduce con los chechenos como la Unión Soviética lo hacía con los húngaros y los che cos (dicho sea de paso, sólo Solhenitsin ha expresado públicamente su condena).

Ha sido un año en el que la ONU, la OTAN y los europeos han sido escarnecidos y ridiculizados en Bosnia; en el que el integriísmo ha desencadenado una terrible guerra en Argelia, y en el que el proceso de paz palestinoisraelí -aunque ha seguido adelante con la retirada del Ejército israelí de Gaza y Jericó- se ve gravemente amenazado.

Tras los festejos de celebración del 500 aniversario del desembarco de las fuerzas aliadas contra el nazismo, hemos visto a los fascistas volver al poder en Italia, a los antiguos comunistas volver al poder en Polonia, en Hungría y en Bulgaria. E incluso hemos llegado a ver cómo en Eslovaquia !e ha formado una alianza entre ex comunistas y ex nazis.

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¿Acaso no está suficientemente lleno el vaso? Se desbordará si citamos a Ruanda, escenario del genocidio que más hace dudar del ser humano. No ha habido nada peor después de Camboya. Sí, creo que. 1994 permanecerá como el año de ese pequeño país (16.000 kilómetros cuadrados y ocho millones de habitantes), que, tiene por vecinos a Uganda, Zaire, Burundi y Tanzania.

Hagamos caso a los expertos cuando dicen que no se puede comprender lo que pasa en Ruanda si no se tiene en cuenta Burundi (27.000 kilómetros cuadrados y cerca de seis millones de habitantes). Ambos países están compuestos por las mismas etnias -una minoría tutsi y una mayoría hutu- y cada uno de ellos ha albergado durante mucho tiempo a la oposición del otro país. Expulsados del poder en Ruanda en 1962, los tutsis se exillaron a Zaire, Uganda y, sobre todo, a Burundi, donde habían accedido al poder en 1965. Con la intención de volver a gobernar, no cesaron de intentar provocar revueltas que desembocaron en el golpe militar del general hutu Juvenal Habyarimana, apoyado con fuerzas armadas francesas. Durante 20 años, las Fuerzas Armadas Ruandesas, formadas por hutus, han combatido contra las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés, compuestas por tutsis y una oposición hutu. En 1972, la represión de un levantamiento hutu por el poder tutsi se saldó en Burundi con una matanza en la que murieron 100.000 civiles.

El 4 de agosto de 1993, la presión internacional llevó a tutsis y hutus a firmar el acuerdo de Arusha, Tanzania. En principio, el nuevo Gobierno ruandés debía ser interétnico y en él debían estar presentes miembros de la oposición hutu. El 6 de abril de 1994, el avión que transportaba al presidente Habyarimana y a su homólogo de Burundi estalló en el aire. El horror comenzó la noche misma del asesinato. Para frenarlo, hubieran bastado dos regimientos franceses o belgas. No se enviaron.

Los extremistas hutus asesinaron a 10 cascos azules belgas y a cierto número de misioneros blancos. Todos les que se manifestaron á favor de la paz y de una cooperación entre las etnias fueron acorralados, reunidos y muertos a golpes de machete.

Los representantes extranjeros de la ONU se fueron del país, abandonando a sus colaborado res ruandeses, que fueron inmediatamente asesinados. En me dio del pánico general, hutus y tutsis se mezclaban en la huida de unas milicias enloquecidas. El espectáculo de las atrocidades recuerda el del genocidio de Camboya y la barbarie desencadena da durante la guerra Irán-Irak.

Los observadores británicos, todavía marcados por la pesadilla vivida en Bosnia, descubren cómo es posible traspasar claramente el umbral de la monstruosidad y que ése es el caso de Ruanda. Cuando el Frente Patriótico Ruandés toma el poder, se cuentan en más de 150.000 los muertos. Los observadores han informado de que en los hospitales se remataba a los heridos y se, destripaba a las mujeres embarazadas. Un millón de civiles fueron empujados a las carreteras.

Tras haber jugado un papel discutido y discutible; tras haber sido, en todo caso, increíblemente superada por una de las situaciones más trágicas del siglo, Francia se ha recobrado por medio de la llamada Operación Turquesa. Dos mil quinientos soldados, centenares de médicos y enfermeras, voluntarios de las organizaciones gubernamentales fueron en socorro de un millón de refugiados acorralados por el hambre, la falta de agua, la disentería y el cólera. Para despejar las carreteras había que hacer montones con los cadáveres.

¿Dónde están los responsables? Me gustaría creer lo que dicen los africanistas: que en el sistema feudal anterior a la colonización, bajo la autoridad del jefe (el mwami), el reparto de poderes no se hacía según criterios raciales o étnicos, y que el odio de una etnia hacia otra no era sistemático ni violento. Sería la colonización la que habría establecido la separación de las etnias y jugado con sus diferencias. De acuerdo. Pero, tras la colonización, esas etnias no han cejado en enfrentarse, pese a que es posible observar en las filas del Frente Patriótico Ruandés cierto número de hutus de la oposición. Creo que la colonización es uno de esos crímenes inexplicables de Occidente, pero los males de la hunianidad son anteriores a la colon¡zación. Me temo que no ha habido una Edad de Oro precolonial.Puesto que me interrogo sobre las responsabilidades, volvamos a esa Bosnia que tanto nos obsesiona. Leo en el Dictionaire de géopolitiqé el siguiente pasaje. "No es la primera vez que Bosnia-Herzegovina ha constituido un problema, un nido de disturbios y -tensiones geopolíticas: esta complejidad nacional y confesional es generadora de conflictos internos, y su situación geográfica ha, hecho de el a una tierra disputada. Conquistada por los turcos en el siglo XV, Bosnia-Herzegovina se convirtió, tras la contraofensiva austriaca del siglo XVIII, en una especie de bastión del Imperio Otomano. ( ... ) Fue ocupada en 1876 por los austriacos y, dos años después, el Congreso de Berlín la puso bajo la administración austrohúngara. Esta situación, mal aceptada por los serbios, que en aquel entonces formaban el 40% de la población y a los que Serb1a quería liberar, dio origen al atentado de Sarajevo (1914), del que surgió la Primera Guerra Mundial".¿Por qué esta cita? Evidentemente, no para intentar comprender lo injustificable, es decir, los crímenes acumulados por los serbios en su voluntad de imponer su unidad nacional a expensas de los demás. Pero esa cita muestra la antigüedad y el carácter de unos conflictos que sólo se han resuelto bajo la presión de los imperios austrohúngaro y otomano, o bajo la férula del mariscal Tito. Sin una fuerza intemacional, no de interposición sino de imposición, el pasado nos enseña que ni los agresores serbios ni los otros se verán iluminados por la sabiduría.Éste es el estado actual del mundo. Y eso que no he hablado de economía, algo que para los expertos es esencial. Sin embargo, se equivocan al creer que, por ejemplo, Europa hubiera podido nacer sin los tres conflictos franco-alemanes y la decisión de los pueblos de acabar con la guerra. Ninguno de los grandes fenómenos de este siglo puede ser explicado exclusivamente por la economía. Y menos que ninguno, el del integrismo.

Frente a la inmensidad de esos problemas, ¿en qué lugar se encuentra una Francia que se permite el lujo de dar lecciones a Italia y España? Hemos visto, a un presidente (François Mitte-

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Jean Daniel es director del semanario francés Le Nouvel Observateur.

'Annus terribilis'

Viene de la página anteriorrrand) luchar con un valor soberano contra la enfermedad y con una dudosa claridad contra las pasiones que él mismo despertó al, enarbolar los errores de un pasado lejano. Los "casos de corrupción" y las ambiciones han desacreditado a la derecha como destruyeron a la izquierda. Una izquierda que se derrumbó en las elecciones europeas -Rocard obtuvo menos del 15% de los votos-, que se creyó un instante agraciada con el milagro de una posible candidatura de Delors y que se ha apresurado, tras la negativa de este último, a sumirse en las delicias del fango de su división interna.

La izquierda está enferma en Italia, en España y en Francia. Pero hay otro terreno: el terreno de los llamados valores. La competición de los candidatos de derecha entre sí, que lleva a cada uno a demostrar que es más social que los demás; esta competición, sean cuales sean sus causas, es un homenaje a los valores de la izquierda. ¿Es que se tiene la sensación de que la sociedad dedos velocidades es demasiado pe ligrosa? ¿Acaso un sentimiento de culpabilidad lleva a los afortunados a imponerse una mayor solidaridad? ¿Es que está hoy menos considerado el éxito puramente económico? En todo caso, celebrar la Navidad con los jueces, que, a pesar de sus desvíos, forman la nueva aristocracia que moraliza nuestras democracias, y con hombres como el francés abad Pierre y sus squatters, aporta al hombre una luz de la que todo este artículo ha dudado.

El secuestro de un avión de Air France por jóvenes integristas argelinos hace que el año de gracia de 1994 finalice con la traca final de, unos fuegos artificiales del horror simbólico. No por el número de muertos, sino por la invocación de la trascendencia y la espiritualidad para justificar. el asesinato. Los lectores de EL PAÍS me permitirán recordarles que hace más de dos años les anuncié que de los escombros del socialismo y el liberalismo nacería una corriente del islam extremista y contagiosa. El apresamiento del avión de Air France es una manifestación privilegiada de este surgimiento. Los occidentales, privados de puntos de referencia, buscan un sentido a la vida. Los islamistas sólo han encontrado sentido. en la muerte con la promesa de una vida en el más allá. Quieren morir (los cuatro jóvenes argelinos, lo dijeron expresamente a los pasajeros de Air France), por lo tanto, desprecian su propia vida y, evidente mente, todavía más la de los de más. Sobre todo la de los satanizados como seres blasfemos, por tadores de relajo y de maldición. Recordemos: en el navío italiano Achille Lauro, los terroristas pe dían un rescate y la lib ertad de correligionarios para servir a su revolución. Hoy, sus herederos no piden más que encontrar la salvación en el seno de su religión. La internacional integrista es una internacional original, nueva, sin precedentes, que glorifica la muerte.

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