"El acuerdo final sobre el Ulster será sometido a referéndum"
John Hume, líder de los católicos moderados de Irlanda del Norte, ha obtenido este año el galardón Europeo del Año por su contribución a la construcción europea.
El premio Europeo del año lo otorga anualmente un grupo de publicaciones internacionales, entre ellas el semanario francés La Vie, promotor de la iniciativa, y EL PAÍS.Pregunta- Católico de Londonderry, hijo de un obrero en paro, tiene usted el perfil clásico de militante del IRA. ¿Cómo explica su compromiso no violento?
Respuesta.- Recibí mi primera lección política a los 10 años. Acompañé a mi padre a una reunión electoral en Derry. Estaba muy impresionado por el gran despliegue de banderas y el fervor nacionalista. Entonces, mi padre, socialista de toda la vida, me dijo: "No te dejes caer por esta pendiente, porque jamás podrás comer una bandera". Eso se me quedó como un principio básico: la política se debe al pueblo y a sus derechos.
P.- ¿Pero comprende que algunos hayan considerado o consideren que la violencia es la única solución en el Ulster?
R.- Lo comprendo porque soy historiador y porque he tenido el contacto suficiente con la doctrina del patriotismo. Cuando era joven, muchos consideraban que lo que había que hacer era morir por Irlanda. Enseguida me di cuenta de lo fina que era la línea que separaba morir y matar por Irlanda. Jamás he defendido la violencia.
P.- ¿Se puede decir que más qué las ideas nacionalistas ha sido el principio del bien social el que dirige su carrera?
R.- Así es. Mi padre estaba en paro, pero como tenía una notable inteligencia, la casa estaba siempre llena de gente que venía a que le ayudara a escribir cartas, a resolver problemas de vivienda, de ayuda social... En mi juventud, la discriminación contra los católicos estaba presente a todos los niveles. Me di cuenta de que la lucha por la igualdad de derechos era un primer paso que facilitaría la reconciliación de las dos comunidades para llegar un día a una unidad, no por una victoria sino a través de un acuerdo. Mi partido, el SDLP, siempre ha estado abierto a los protestantes.
P.- Usted ha subrayado que el conflicto no era una guerra de religiones, sino un choque de identidades.
R.- Para comprender el problema de Irlanda del Norte se puede hacer un paralelismo con el de Suráfrica. En el siglo XVII, durante la Reforma, Irlanda estableció unos lazos privilegiados con España y, después, con Francia. En 1800, el Parlamento británico respondió formalizando el acta de unión con Irlanda. Los ingleses cerraban así una puerta a sus enemigos europeos. Penetraron en Irlanda por el Norte: los colonos protestantes se encontraron frente a los indígenas católicos. La diferencia religiosa marcaba, pues, la diferencia de identidad, como el color de la piel en Suráfrica. Los unionistas protestantes tienen la misma mentalidad que los afrikaners: siempre han creído que la única protección frente a su inferioridad numérica consistía en tener el poder.
P.- Se comprometió con la dinámica de paz en 1988, cuando aceptó hablar con Gerry Adams, líder del Sinn Fein.
R.- Siempre pensé que para iniciar las negociaciones había que acabar primero con la violencia y los asesinatos. Es más fácil llegar a un acuerdo en una atmósfera pacífica. Gerry Adams justificaba la violencia mediante los argumentos históricos del nacionalismo irlandés: los británicos están en Irlanda para proteger sus intereses económicos y estratégicos y por ello impiden la autodeterminación del pueblo irlandés. Esto era cierto en el pasado. Hoy ya no lo es. Británicos e irlandeses comparten soberanía en el seno de la Unión Europea. Tuve que demostrar a Gerry Adams que mi punto de vista era el justo. Y la prueba llegó en diciembre de 1993 con la declaración conjunta de Downing Street mediante la cual los dos primeros ministros, británico e irlandés, ponían la primera piedra de la negociación. Después llegó el alto el fuego.
P.- ¿Considera la posibilidad de una marcha atrás? ¿Tiene miedo a que haya patinazos?
R.- Es posible que haya patinazos, pero considero excluida una marcha atrás. La esperanza en la paz emerge muy fuerte en toda la comunidad de Irlanda del Norte. La atmósfera de la calle ha cambiado, eso es evidente. Si alguien quisiera hoy dar marcha atrás sería eliminado.
P.- ¿Nos puede hablar del calendario de las futuras negociaciones y de las instituciones que habría que crear?
R.- Una vez que han tenido lugar los primeros contactos entre el Gobierno británico y, en primer lugar, el Sin Feinn y, después, los paramilitares protestantes, espero que podamos llegar, a primeros de 1995, a un encuentro de los gobiernos de Londres y de Dublín con todos los partidos de Irlanda del Norte. Las dos capitales están preparando un documento marco que no es tanto una solución como una sugerencia. Podemos imaginar un sistema de gobierno local y mixto para el Ulster que implique a las dos comunidades. Paralelamente, habría instituciones comunes para el norte y el sur de Irlanda (para Belfast y Dublín) mientras se desarrollarían los actuales vínculos con Londres. El acuerdo final será sometido a un referéndum de todo el pueblo irlandés.
P.- ¿La reunificación de Irlanda no es, pues, para mañana?
R.- No, pero no me gustaría que se tuviera esta visión simplista: o una reunificación de Irlanda, o el statu quo con Londres. Mi lucha demuestra que las cosas están lejos de ser tan simples. Estamos poniendo en marcha una evolución, no una revolución. El pasado no se borra en un día. En primer lugar, deseo la existencia de una Irlanda aprobada por todos. Y una vez que se acabe la disputa y empecemos a trabajar juntos, cuando los prejuicios del pasado lleguen a desaparecer, emergerá una nueva Irlanda.
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