"Tierno Galván compró un taller por siete millones"
Aprendió a encuadernar por sorpresa: enfermo, con 11 años, veía desde su ventana el taller de encuadernación de los Hemanos de las Escuelas Cristianas, en Juan Bravo, y le gustó. Cuando Antolín Palomino se puso bueno se fue allí con la idea de que aquello consistía en hacer cajas de cartón y resultó que eran libros. Han pasado 73 años en los que Palomino ha realizado algunas de las más bellas y caras encuadernaciones del país. Algunas se exponen ahora en el Museo Municipal, junto con otras encuadernaciones artísticas de las colecciones municipales. Cuando hace unas semanas el director general de Libros y Bibliotecas le comentó su intención de concederle la medalla de las Artes, Antolín le dio una palmada en el hombro y le dijo: "Te lo agradezco, pero la tengo desde 1986".Pregunta. ¿Cómo llegó a la imprenta municipal?
Respuesta. Tierno Galván compró los hierros de mi taller por siete millones de pesetas y me dijo que podía estar aquí [en la Imprenta Artesanal del Ayuntamiento] hasta que me muriera. Esta es la segunda colección más importante de España de herramientas de encuadernación, detrás de la de Emilio Burgalla de Barcelona.
P. ¿Ha resucitado la encuadernación?
R. Sí, en Madrid hay ahora 16 escuelas y una lleva mi nombre en la calle de las Fuentes. Hay mucha afición, pero a medida que se mete uno en la profesión se da cuenta de que no es tan fácil como parece y no se aprende en tres meses.
P. ¿Está asegurada la continuidad?
R. En el mundo de la encuadernación va a haber un cisma tan grande como el de Calvino y Miguel Servet, porque todo el mundo tiende ahora a lo moderno y hay quien escribe del tema sin saber. El contenido del libro guarda aún las normas de Guttemberg y las normas de encuadernación deben también respetarse. Por ejemplo, en París se han llegado a pagar 400.000 pesetas por una encuadernación a base de cuchillas de afeitar; las cuchillas acaban por oxidarse, pero tienen su séquito de simpatizantes.
P. ¿Hubo mejores tiempos para el oficio?
R. Siempre fue un trabajo mezquino, porque sólo había tres o cuatro bibliófilos que encargaban obras, pero, además, la gente tiene otros lujos. Ahora, para hacer una encuadernación de un millón de pesetas hay que pillarle dormido al cliente.
P. ¿Cuál es su obra más cara?
R. Yo he hecho hasta de siete millones. Decorada con mosaico y con más de un año de trabajo.
P. ¿Y quién pagaba esos precios?
R. Los pagaba el director de la Vasconia, el dueño de Pescanova, Bartolomé March, y algunos más, grandes bobliófilos.
P. ¿Cuáles son sus obras favoritas?
R. Las cartas originales de san Luis Beltrán, el confesor de Isabel la Católica. También hacía libros para el Papa, o para los presidentes americanos.
P. ¿Cuál es la mejor colección de Madrid?
R. Sin duda la de Bartolomé March. Se ha gastado millones y millones. Aquí, en el Museo Municipal Madrid, también hay cosas importantes, como el Quijote de Avellaneda.
Encuadernaciones artísticas en las colecciones municipales. Museo Municipal (calle de Fuencarral, 78). Entrada gratuita. Hasta el 29 de enero.
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