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"Siento que España ya no es mi patria"

Segundo Marey, el secuestrado por los GAL, quiere que el Estado le pida perdón

"Ahora que se sabe que mi secuestro fue cosa del Estado me gustaría sinceramente que el Estado español me pidiera perdón. Creo yo que es lo menos que podía hacer con un hombre roto que cada día está más cerca de Dios".Segundo Marey, el vecino de Hendaya (País Vasco francés) que estuvo 10 días secuestrado en manos de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) en la primera de las acciones reivindicadas por esta organización terrorista, es de los que creen que, efectivamente, el Estado tiene nombres y apellidos.

"La justicia española lo está haciendo muy bien, parece ser que ha subido algunos peldaños y ya está en el nivel político", señala. "Que sigan si tienen que seguir. Estoy, satisfecho, pero mi vida cambió aquel día y ya jamás volverá a ser igual".

Marey, jubilado de la empresa de muebles en la que trabajó, asegura que no habla del tema con sus dos hijas y que su esposa, Marta, aún se pone nerviosa cuando se menciona el secuestro. El lunes, tras ser informada de la detención de los jefes de José Amedo y Michel Domínguez, no paraba de dar vueltas en torno al teléfono.

La historia de este hombre de 62 años, vendedor de mobiliario de oficina, es la de una víctima. Un hombre común, pacífico, poco amigo de conflictos, aficionado a la música (tocaba el saxofón en la banda municipal de Hendaya) y a los toros (fue corresponsal del semanario español El Ruedo). Marey es hijo de republicanos y socialistas de Éibar (Guipúzcoa), que se exiliaron en 1936.

Desde 1983 ha quedado marcado física y psicológicamente por la traumatizante experiencia del secuestro. "Hay algo que me gustaría saber antes de morirme", comenta dando a sus palabras una entonación especial, como si quisiera pedir ayuda a sus secuestradores o a cualquiera que pueda estar en el secreto.

"Me gustaría mucho saber, porque me lo pregunto todos los días, dónde estuve aquellos 10 días, en qué sitio, por dónde me condujeron". Marey, que padece una enfermedad ósea, desconocía los apellidos Sancristóbal, Álvarez, Planchuelo..., pero asegura que sí estaba informado de las andanzas de Amedo y Domínguez a través de los periódicos y de varios libros que he leído. ¡Ha sido gente tan sucia!", remarcaba.

Poco amigo de alternar, siempre ocupado en su trabajo o en su casa, ha asistido desde el secuestro a muy pocas corridas de toros. "Hay algo que me impide pasar la frontera; lo he hecho algunas veces para ir a una corrida, pero siento que piso una tierra que me ha hecho daño, me pregunto en cuál de esos lugares me tuvieron y ya no es lo mismo, siento que España ya no es mi patria".

Los recuerdos de aquellos días terribles le asaltan cotidianamente, hasta el punto de que ha optado por aceptar su compañía. Marey llama a esas sensaciones fantasmales mon frère (mi hermano). "Está siempre conmigo, es como una cosa que llevo dentro y no pasa un día sin que surja algo que me lo haga notar".

La primera víctima de los GAL sufre desde entonces una bronquitis crónica, derivada de la humedad en el lugar de su cautiverio, y un trauma que le ha llevado a recibir tratamiento psiquiátrico.

Víctima de un error, ahora insiste en reclamar: "Yo ya estoy hundido, pero lo menos que pueden hacer es pedirme perdón y decirme dónde pasé aquellos 10 días en los que me convencí de que iba a morir".

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