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Cáritas abre un centro para personas sin casa

Ofrecen café y calor humano, se puede entrar en cualquier momento desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana y nadie pide documentación. El nuevo centro abierto el pasado mes por Cáritas en Tetuán, con subvención de la Comunidad de Madrid, pretende ser un refugio nocturno para las personas sin hogar. Con una capacidad de 40 plazas, en él pueden descansar, ducharse, lavar la ropa, charlar o dormitar y recibir atención social. Madrid cuenta con 1.000 camas para personas sin hogar que se costean sobre todo con donativos.

No es un albergue. Carece de camas y a nadie se le pregunta quién es. Además, se puede entrar y salir a cualquier hora de la noche. El único requisito es mantener una actitud respetuosa con el resto de los usuarios y no consumir drogas en su interior. El objetivo es ofrecer un techo y una mano a las personas sin hogar más reacias a los centros institucionales.El local se ha llenado cada noche durante las primeras semanas de apertura. "Ha funcionado el boca a boca, el primer día llegaron nueve personas, al segundo ya fueron 27, y 40 en la tercera jornada", asegura Juan José Beltrán, portavoz de Cáritas. Pero desde el 25 de noviembre tienen competencias. Aquel día abrió el pabellón de mayorales de la Casa de Campo, "adonde acuden aquellos que se resisten a los albergues hasta el último momento", añade Beltrán.

La mayor parte de las personas que han acudido en estos días son hombres entre los 25 y los 35 años que padecen problemas económicos por desempleo. Entre ellos figuran también inmigrantes. Llegan, se sientan en las mesas, dormitan, charlan entre ellos o juegan a las cartas. Si precisan algún tipo de ayuda o información se dirigen a los dos trabajadores sociales.

El proyecto es nuevo en Madrid y está inspirado en una experiencia francesa, la antigua bodega de los Compañeros de la Noche en la parisiense calle de Gay Lussac, que regenta un inmigrante navarro, Pedro Meca, desde hace dos años. La Generalitat, de Cataluña dispone de otro servicio similar.

Para este programa Cáritas ha recibido una subvención de seis millones del Gobierno regional a través de los programas del Ingreso Madrileño de Integración Social (IMI).

1.500 personas sin hogar

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La ciudad de Madrid cuenta con casi un millar de camas en albergues para las cerca de 1.000 o 1.500 personas sin hogar que recorren la ciudad. La mitad de estas plazas dependen de órdenes religiosas y no reciben más subvención institucional que 24 millones anuales del Ayuntamiento de Madrid, subsistiendo gracias a donativos.El Ayuntamiento dispone de tres albergues, el de San Isidro, con 275 plazas, y los dos de Mayorales, con 110 (éstos últimos sólo abren de noviembre a marzo). También mantienen 60 plazas Concertadas en diversas pensiones y otras 75 en una residencia de ancianos, según informa la agencia Efe.

Existe además otro medio millar de camas en cuatro centros privados vinculados a entidades religiosas que forman la Federación de Asociaciones de Ayuda a Marginados (Faciam): San Martín de Porres (72 plazas) San Juan de Dios (236 plazas), Damas Apostólicas (45 plazas) y Santa María de la Paz (114 plazas). Entre todos deben repartirse los 24 millones de pesetas municipales y además rascar algunos fondos para subvencionar pensiones a otras 70 personas.

Antonio Zarzosa, coordinador de Faciam y responsable del albergue de Santa María de la Paz, asegura que con este dinero "sólo se cubre el 10% de los gastos de cada centro, el resto depende de donativos privados de particulares u organizaciones". "Desde hace tres años la Comunidad de Madrid no nos da ninguna subvención", concluye Zarzosa. A estos centros hay que sumar, pero ya fuera de la ciudad, otras 20 plazas de un albergue de Cáritas en Aranjuez y el de Jesús Caminante (60 camas), en Colmenar Viejo. Un estudio elaborado en 1991 para la Consejería de Integración Social antes de implantar el salario social o IMI refleja que en la región de París hay 10 plazas de albergues por cada 5.000 habitantes, cuando en la Comunidad de Madrid esa relación es de menos de una plaza por cada 5.000 habitantes.

Entidades sociales y religiosas que trabajan en este tema insisten en la necesidad de crear recursos diferentes: pisos tutelados o compartidos y refugios temporales para familias desalojadas de sus pisos o para casos de emergencia.

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