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Palestina se convierte en un dilema

El vicepresidente sirio Abdel Halírn Jadám eligió un amplio foro de abogados árabes para "disipar la impresión de que Damasco, a pesar de su declarado interés por desbloquear y continuar con el proceso de paz en Oriente Próximo, va a abandonar su apoyo a las organizaciones que luchan contra la ocupación israelí de tierras árabes.El pronunciamiento del número dos del Gobierno sirio difícilmente pudo sorprender al Gobierno israelí de Isaac Rabin. Israel es cada día más consciente de la imposibilidad de hacer progresos en su afán de atraer a Damasco hacia la celebración de negociaciones concretas con la esperanza de lograr acuerdos similares a los que han permitido este año el lanzamiento de los experimentos de paz con los palestinos y los jordanos.

Jadám introdujo indudablemente inquietud ante la perspectiva de que Siria opte por intensificar la campaña guerrillera en el sur de Líbano e incluso brindar más aliento a los grupos palestinos que se oponen al proceso de paz entre Yasir Arafat e Israel dentro de los territorios ocupados.

En un discurso pronunciado el sábado ante la Asociación de Abogados Arabes, Jadám reiteró que los ataques armados contra la ocupación israelí en Líbano, Gaza y Cisjordania son actos legítimos". No dejó traslucir resentimiento directo hacia la reciente decisión norteamericana de mantener a Siria en la lista del Departamento de Estado norteamericano que conceptúa al Gobierno de Damasco como responsable de "patrocinar el terrorisino", una definición esencialmente inspirada en la retórica israelí.

Pero Jadám se estaba evidentemente refiriendo al tema. Por ello no dejó pasar la oportunidad para trazar la diferencia entre los intereses del principal poder mundial y su principal protegido, esto es, Israel, y el espíritu de leyes universalmente consagradas que los árabes siguen invocando para recuperar tierras capturadas por la fuerza.

Dada la inusitada cordialidad estadounidense demostrada hacia Damasco en los numerosos viajes del secretario de Estado norteamericano Warren Christopher, que culminaron con la visita del presidente, Bill Clinton en octubre, los sirios esperaban ser excluidos de esa políticamente odiosa y económicamente perjudicial clasificación. Como debieron llevarse un desengaño al publicarse el último informe del Departamento de Estado difícilmente podían quedarse callados.

A través de Jadám, el presidente Hafez Assad, el único vecino de Israel que objeta todo arreglo que no incluya el cumplimiento, al pie de la letra, de resoluciones de la ONU que Israel está tratando de eludir, envió un nuevo mensaje. Y tal mensaje está destinado a aumentar las preocupaciones de quienes todavía creen que el viejo pacto de paz con los egipcios y los nuevos acuerdos con los palestinos y los jordanos van a. funcionar por mera inercia geopolítica.

"La resistencia a la ocupación es un acto legítimo reconocido por todas las leyes internacionales, incluyendo la Carta de la ONU. Aquellos que tratan de transfirmar la resistencia en una acusación deben saber que nosotros consideramos a los defensores, de la dignidad y a aquellos que luchan por la liberación de sus tierras como combatientes merecedores de todo elogio", dijo.

A juzgar por las declaraciones de Jadám, la política siria para 1995, en general, no augura cambio alguno. Siria seguirá siendo el punto de tránsito de armas iraníes para los guerrilleros libaneses del Hezbolá. También seguirá aplaudiendo las alicaídas operaciones de los rivales izquierdistas de Yasir Arafat con base en Damasco, el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash, y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina de Nayef Hawatmeh.

El gran interrogante, sin embargo, es qué papel planea desempeñar Siria frente al más acuciante desafío para Arafat en estos momentos. La prudente política mantenida por el Gobierno de Damasco hacia el movimiento islámico Hamás, indudablemente el más activo en términos de lucha contra la ocupación de tierras palestinas, refleja un grado de tolerancia y expectativa pragmáticas frente a la incierta dinámica política interpalestina. En Siria, por ejemplo, no se glorifica a los mártires del Hamás. Gracias a la influencia del movimiento islámico en Jordania, en cambio, Hamás ha hallado una interesante caja de resonancia.

La falta de una tribuna para los nuevos opositores islamistas en Siria plantea a Damasco un serio dilema, Glorificar la lucha contra la ocupación israelí en Gaza y Cisjordania entrañaría el riesgo de rehabilitar el fervor religioso en un país cuyo gobierno ex socialista aplicó en la ciudad de Hama el más implacable castigo contra los Hermanos Musulmanes en 1982. Al fin y al cabo fue Assad quien ordenó, la sangrienta represión de los suníes de Hama en uno de los episodios más traumáticos de la historia siria contemporánea.

Difícil como resulta, tanto hoy como ayer, tratar de adivinar los pasos de Siria, el discurso de Jadám introduce curiosamente por primera vez la posibilidad de que Damasco, irritado por la intransigencia israelí y ansioso por demostrar que Arafat jamás fue una opción genuina para las aspiraciones de los palestinos, reconozca públicamente a las combativas fuerzas religiosas palestinas como un instrumento mucho más eficaz que las organizaciones guerrilleras izquierdistas a las que aloja y mantiene desde hace años, pero que poco efecto tienen en la actual campaña contra la ocupación dentro de Palestina.

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