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La batalla del Ebro

Ha hecho muy bien Ramón Mendoza al tratar de quitarle hierro a lo que podría llamarse "la batalla del Ebro" deportiva. "Soy enemigo deportivo del Barcelona, pero no de Cataluña", ha dicho el hoy candidato a la presidencia del Real Madrid. Si no existiera la rivalidad entre el Barça y el Madrid, la Liga de fútbol no tendría ni la mitad del aliciente que ahora tiene. Claro está que otro equipo podría ganarla, pero eso sería visto con la simpatía con que se veían en la infancia las hazañas de Pulgarcito, y no como el resultado de un duelo de gigantes.Para mantener el interés del largo culebrón de la Liga, los presidentes de los clubes, y concretamente de esos dos clubes, necesitan a veces "declarar la guerra" al contrario, con el fin de enardecer a los seguidores y a los futbolistas de su equipo. El juego por sí solo, por muy bello que sea, no sería capaz, de mantener la atención de tanta gente durante tanto tiempo como el de la duración de la Liga, si no fuera porque suscita sentimientos de belicosa rivalidad en aquellos que se sienten representados por cada uno de los equipos que contienden en esa conflagración que es la Liga de fútbol. Una conflagración pacífica en la que se libran numerosas batallas de carácter local entre equipos rivales y una batalla principal que, desde hace anos, viene siendo la que enfrenta al Real Madrid con el Barcelona.

Sucede a veces que esos presidentes obligados a mantener el interés del juego se exceden en sus declaraciones. En la entrevista que le hizo TV-3, Mendoza lo reconocía: "Siempre vamos con la escopeta cargada, y a veces el gatillo se dispara". El presidente del Real Madrid había dicho que "Cataluña lo quiere todo para sí" y eso era entrar en otra "batalla del Ebro" de muy diferente carácter. "Sin quererlo", Vino a decir, "me he visto convertido en enemigo de un pueblo al que admiro". Y recordó su mili en Gerona y hasta recitó unos versos del poeta nacional de Cataluña, Mossen Cinto Verdaguer.

Yo no sé si Mendoza será creído al otro lado del río o si lo que ha dicho será interpretado como el anuncio de un recrudecimiento de su particular batalla contra el Barça. Lo cierto es que se ha desmarcado de la infecta demagogia, anticatalanista que la derecha política y la derecha mediática vienen haciendo en los últimos tiempos. Ésa no era su guerra.

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