Golpe de timón en 'Der Spiegel'
Crisis en una de las grandes revistas de investigación periodística, amenazada ahora por un semanario ligero
El semanario alemán Der Spiegel ha cerrado sólo a medias la crisis abierta por el enfrentamiento entre su fundador, editor y propietario del 25% de las acciones, Rudolf Augstein, de 71 años, y la direccción y redacción. Augstein ha ganado, la primera ronda al conseguir que la sociedad comanditaria propietaria del semanario, en la cual los empleados cuentan con la mitad del capital, apruebe la destitución del director, Hans Wener Kilz, de 51 años. Las espadas quedan en alto para la segunda parte del combate, porque la Redacción no acepta como nuevo director al candidato de Augstein, Stefan Aust, de 48 años.Muchos se frotan las manos de placer ante la crisis abierta en Der Spiegel. En la noche del viernes, durante la cumbre europea en Essen, el canciller democristiano Helmut Kohl (CDU) no ocultaba su satisfacción ante el conflicto entre el editor y la Redacción del semanario, al que no concede entrevistas y menciona en forma despectiva como "ese producto impreso de Hamburgo por el que no entiendo cómo se pueden pagar cada lunes cinco marcos (420 pesetas)".
Der Spiegel nació en 1947 en Hannover, cuando los británicos concedieron al joven periodista Augstein, entonces de 23 años, el permiso para editar un semanario, Diese Woche, que prohibieron al poco tiempo por su contenido demasiado crítico. Augstein fundó Der Spiegel, que se convirtió en un elemento fundamental de la nueva democracia por su línea progresista y periodismo investigador de denuncia, que no perdonaba ni a derecha ni a izquierda.
En 1962, el ministro de Defensa, el socialcristiano bávaro Franz Josef Strauss (CSU), acusó a Augstein de alta traición y la policía registró la Redacción en Hamburgo. Un redactor, Konrad Ahlers, autor del artículo incriminado, consiguió huir a España, donde fue detenido y entregado a Alemania con intervención del entonces ministro de Información, Manuel Fraga. Augstein salió de la cárcel libre de culpa y Strauss tuvo que dimitir. Pocos años después, Ahlers era secretario de Estado y portavoz del nuevo canciller socialdemócrata, Willy Brandt (SPD). Esto es sólo un botón de muestra mínimo de los escándalos denunciados por Der Spiegel en sus 47 años de existencia. La república comprada, el famoso caso Flick, con sobornos a los partidos y también implicaciones en España, podría servir también como ejemplo.
Desde hace meses, en Der Spiegel se cocía la crisis que ahora ha estallado con virulencia. La aparición, en enero de 1993, del nuevo semanario político Focus ha puesto en tela de juicio la primacía de Der Spiegel. La reacción del veterano fue al principio de desprecio arrogante hacia el novato. Con más de un millón de ejemplares vendidos cada semana, Der Spiegel se consideraba imbatible, pero Focus ha alcanzado ya 600.000 ejemplares. Se trata de un producto ligero con artículos breves, mucha infografía, erechista y con un lenguaje que parece a la medida de la generación que ha crecido con el ordenador.
La caída de ventas de Der Spiegel no parece grave, aunque: este año ya bajó en tres ocasiones de la barrera psicológica del millón de ejemplares. Más grave resulta la pérdida de un 11% de la publicidad, con un bajón de 6.000 a 5.300 páginas este año. Mientras tanto, Focus sale más gordo que Der Spiegel. En este con texto, la publicación de un artículo favorable a la intervención de Alemania, por motivos humanitarios, en la guerra de Bosnia, ha servido a Augstein de pretexto para desencadenar el conflicto, pedir la cabeza del director, Hans Wener Kilz, y exigir el nombramiento de Aust, actual director de la productora de televisión Spiegel TV. El viejo zorro Augste1n ha comprendido que la obra de su vida podría venirse abajo, porque Der Spiegel ha perdido capacidad crítica y desde hace meses no da un solo golpe. Por eso Augstem ha sacado a relucir el artículo sobre Bosnia, para dar un golpe de timón.
La Redacción se solidarizó primero con el director Kilz y más de cien redactores, con todos los jefes de sección incluidos, firmaron una carta en su defensa. El tema era crítico, porque desde hace 20 años Augstein cedió parte de la propiedad y Der Spiegel se convirtió en sociedad comanditaria, en la que el editor y fundador tiene un 25% de las acciones, el mismo porcentaje lo posee el consorcio Gruner+Jahr, y el 50% restante está en manos del personal con más de tres años de antigüedad en la empresa. Augstein no habría podido imponer su voluntad a la Redacción, pero lanzó un órdago: si no aceptaban la destitución de Kilz, Augstein vendía su 25% y se retiraba.
La perpectiva de perder al viejo timonel en estos tiempos de crisis asustó a la Redacción, que, a través de sus representantes en la sociedad comanditaria, votó la destitución de Kilz, pero sin aceptar, al menos por ahora, a Aust como nuevo director. Los redactores de Der Spiegel acusan a Aust de trato despótico, pero no faltan en el semanario quienes suponen que el rechazo se debe a que exige esfuerzo sin límites y prefiere contar con periodistas jóvenes y mujeres en su equipo.
El viejo Augstein libra a los 71 años quizá la última guerra de su carrera periodística. Por ahora el veterano editor ha conseguido destituir a Kilz, pero queda por ver si logrará imponer a Aust, que incluso en lo físico parece un Augstein joven, un periodista crítico sin concesiones y versado en los temas de investigación más difíciles. Precisamente lo que el viejo y aburguesado Der Spiegel necesita.
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