El romanticismo de Gundula Janowitz

Los entusiastas del lied han tenido el mejor regalo de Pascuas: un recital romántico de Gundula Janowitz en compañía del excelente pianista británico Charles Spencer.

Una prolongada ovación acogió la salida a escena de Janowitz, ese pájaro mágico que remontó su vuelo, hace unas décadas, con la Novena sinfonía de Karajan. Tiene ahora 57 años pero mantiene intacta la belleza de su voz.

En la soprano berlinesa, el lied cobra su más hondo sentido de intimidad sin perder un ápice de impulso dramático. Su colaborador canta con ella desde el piano, apoya lo que debe subrayarse, suaviza cuanto puede entrar en conflicto con la voz y establece un espacio espiritual del que el ave maravillosa y consciente llamada Janowitz, vive, canta y vuela.

Nueve lieder de Schubert nos invitaron al viaje desde Schiller, añorante de la gracia clásica, a la "dudosa luz del día" de Zacharias Werner, la lira de Anacreonte o el caballeresco Walter Scott.La liederística schubertiana, tan rica e imaginativa, admite múltiples entendimientos: el de Janowitz está hecho de nobleza, exactitud y colores ténues. A veces marcha por el estrecho sendero que separa la canción del aria.

Contaba Schubert 13 años cuando nació Listz, la apoteosis romántica. Cuando el gran húngaro pliega su voz y su sentir, surgen cosas tan excepcionales como ese puñado de compases enaltecedores de la naturaleza en calma evocada por Goethe olas tres estrofas sobre las "campanas" de Marling. En fin, Wagner, dos años más joven que su amigo Listz, poniendo orden y belleza musicales en la tormenta de las pasiones. Sus poemas sobre Matide Wesendock son todos tristanescos y no sólo el que, desde los temas, asoma el rostro del drama. Parecería un punto final en la historia del lied si no la hubieran prolongado Strauss y Mahler. Gracias, bravísima Janowitz, por tu arte puro.