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Entrevista:

"El PRI es una empresa de complicidades"

Mario Ruiz Massieu dejó su cargo en noviembre, pero su casa sigue fuertemente vigilada. Sus denuncias lo han situado a la cabeza de varias listas negras. Ruiz Massieu opina que "el PRI no es un partido, sino una empresa de complicidades".Pregunta. Usted ha acusado a un sector del PRI de estar detrás del asesinato de su hermano. ¿Qué grupos de poder hay? Se habla sobre todo de los clanes de Carlos Hank, ex secretario de Agricultura, y de Fernando Gutiérrez Barrios, antiguo titular de Gobernación.

Respuesta. En México, quien llega a un alto cargo acumula generalmente fortuna e información, y más si permanece en el poder durante varios sexenios. El profesor Hank ha tenido una larguísima carrera en muy diferentes cargos, tiene una fortuna importante y muchas relaciones. El señor Gutiérrez Barrios hizo su carrera a partir de los órganos de inteligencia y de la seguridad nacional. Se les respeta y se les teme por lo que suponen que saben de todos los políticos mexicanos. Son dos figuras legendarias. Junto a ellos hay otros nombres menores, grupos regionales importantes y toda una gama de agraviados con el sistema, porque no terminaron sus mandatos como gobernadores o terminaron mal. Y se forma entonces la vieja clase priísta. No es tanto un problema de edad como de actitud: hay quienes quieren seguir con los viejos usos de la política mexicana, donde el priísmo dominaba sin oposición. Pero México ha cambiado.

P. El día de su dimisión dijo que la clase priísta impuso su voluntad al presidente en el caso Ruiz Massieu. ¿Cómo?

R. La clase priísta controla el Congreso y los Gobiernos estatales y puede imponerse al presidente en un momento dado. En México, el presidente que sale va perdiendo poder. El PRI no es un partido, es una empresa de complicidades, donde unos se encubren a otros. En este caso se combinó la fuerza del priísmo con la debilidad de un presidente saliente.

P. ¿Por qué su hermano? ¿Fue un mensaje a Zedillo o a Salinas?

R. Estaba en un lugar estratégico. Era el contacto con los diputados priístas y un elemento de armonización con la oposición. Dejaron -a Zedillo sin un operador político experimentado y a Salinas sin otro de sus amigos más cercanos.

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P. ¿En qué momento encontró obstrucción por parte de los dos máximos dirigentes del PRI, Ignacio Pichardo [ahora secretario de Energía] y María de los Ángeles Moreno [presidenta del partido]?

R. En el momento en que la investigación termina su fase hacia abajo, con personajes comunes, y pretende ir hacia arriba.

P. Los detenidos implican a dos senadores, Enrique Cárdenas y Manuel Garza, y a un diputado, Manuel Muñoz

R. Ahí hay ya fricciones. Pichardo y Moreno no querían que se supiese públicamente que había priístas dentro del atentado. Querían que se obviara el móvil político.

P. ¿En qué contexto mencionan los detenidos a Cárdenas y Garza?

R. En el contexto de un grupo político que estaba detrás del crimen, pero que podía haber estado. detrás de otro tipo de acciones para desestabilizar al país,

P. ¿Sería el mismo grupo que atentó en marzo contra el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio?

R. Es posible, aunque no hay elementos que permitan decirlo. La investigación de Luis Donaldo se hizo aparte. Lo que yo digo es que hay similitudes en el tipo de víctimas, y esto, cuando menos nos debiera haber inducido a buscar las conexiones entre estos dos crímenes y otros fenómenos que han sucedido en en México este año, como los secuestros de empresarios importantes. Debe buscarse la conexión. Nosotros investigamos los posibles enlaces. Si hubiéramos seguido, habríamos tenido más elementos para probar que había una red de complicidades mucho más amplia. Pero estuve ocho semanas en el caso y todo quedó en hipótesis.

P. Usted vinculó recientemente a dos secretarios de Estado entonces en activo con el narcotráfico y el asesinato de José Francisco. ¿Por qué no dio los nombres?

R. No puedo. No tengo pruebas contundentes. Tengo indicios, y si la investigación hubiera seguido en mis manos seis meses más a lo mejor habríamos llegado a los nombres y las pruebas. Entonces quise hacer una denuncia política, no jurídica. Que la sociedad se diera cuenta de que tiene que exigir la verdad, y que el Gobierno se diera cuenta de lo que está pasando.

P. Quisiera su opinión sobre el apoyo público prestado por el entonces presidente Carlos Salinas a María de los Ángeles Moreno una hora antes de que usted anunciase su dimisión y la acusara públicamente de un delito de encubrimiento.

R. El presidente se equivocó. Él sabía que yo iba a renunciar, pero nunca esperó que dijera lo qué dije.

P. ¿Cómo reaccionó Salinas?

R. Conmigo siempre ha reaccionado muy bien. Lo vi ese mismo día y sólo me dijo que le había parecido un documento muy duro.

P. Usted ha pertenecido a la clase del poder. ¿Cómo reacciona la empresa con una oveja negra?

R. Digamos que hubo dos tiempos. Durante la investigación hubo quien opinó que hice bien. Otra cosa fue cuando me salí del partido. Entonces el priísmo en bloque se lanza sobre uno, siguiendo una actitud un poco arcaica, de lapidamiento del que rompió los moldes: Todo lo demás son amenazas, o mejor, molestias, campañas de desprestigio desde los medios. No soy el primer caso.

P. ¿Salinas pensaba que gente de su propio Gabinete estaba detrás del atentado contra su hermano?

R. No sé si estaba convencido o no, pero me dejaba que dijera lo que yo pensaba.

P. ¿Estaba dispuesto a prestarle apoyo político para detener eventualmente a gente del entorno?

R. Sí, siempre me lo dijo. Lo que vino a desconcertar fue lo del último día, con María de los Ángeles Moreno. Si no, yo me hubiera ido muy convencido.

P. ¿Y ya no lo está tanto?

R. Estoy convencido de que me apoyó, pero que también apoyó a mis contrincantes.

P. ¿Pero por qué? ¿Temía por su vida?

R. No, porque es: la práctica en México. No es mala fe, sino tratar de buscar equilibrios.

P. ¿Tiene confianza en que Zedillo siga con el caso a fondo?

R. Así lo ha dicho. Habrá que esperar para verlo.

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