La última de la Baader-Meinhof deja la cárcel
Möller se salvó en 1977 cuando sus compañeros murieron en un sospechoso suicidio
Con 47 años, y tras haber pasado 22 entre rejas -al parecer, el periodo más largo de prisión sufrido por una mujer en la reciente historia de Alemania-, Irmgard Möller quedó ayer en libertad condicional. Está mujer delgada, de melena larga y con un cierto aire de progre de finales de los sesenta, aclamada por unos 150 simpatizantes a la puerta de la risión de Lübeck, es la única superviviente de la noche trágica del 18 de octubre de 1977. En la cárcel de Stammheim, un barrio de Stuttgart, aparecieron muertos Andreas Baader, Jan Carl Raspe y Gudrun Ensslin, el núcleo duro de la llamada Fracción del Ejército Rojo (RAF), también conocido como banda Baader-Meinhof. Möller amaneció en su celda de Stammheim apuñalada con un cuchilló de la cantina de la cárcel, pero sobrevivió a las heridas como testigo único de aquella noche de sangre que conmocionó a Alemania y al mundo.La versión oficial y las investigaciones parlamentarias llegaron a la conclusión de que los terroristas se suicidaron para lanzar una señal a sus seguidores y desencadenar una ola de violencia en Alemania. Siempre quedaron abiertas un sinfín de dudas sobre cómo pudieron entrar las armas en una de las cárceles más vigiladas del mundo y cómo fue posible que se comunicaran entre sí los presos" aislados e incomunicados en sus celdas.
La entonces estudiante, Möller formo parte de la primera generación terrorista, la marxista-leninista de la RAF. Un tribunal la condenó en Stuttgart-Stammheim a cadena perpetua en 1979 al hallarla culpable de varios asesinatos por su participación en un atentado con bomba contra el cuartel general de las tropas de EstadosUnidos en Heidelberg, en el que murieron tres personas. Detenida el 8 de junio de 1972, Möller permaneció encarcelada más de 22 años. Hasta ayer. Al salir de la cárcel, con voz débil, Möller agradeció a los 150 manifestantes su solidaridad y declaró que luchará por la libertad de los presos de su antiguo grupo: "Porque no puede ser que pasen tanto tiempo encarcelados como yo", declaró.
No parece que Möller haya cambiado en su convicción de que sus compañeros de cárcel de Stammheim fueron asesinados. No ha realizado hasta ahora ninguna declaración a favor de la versión oficial de los hechos y esto contribuyó quizá a prolongar su tiempo de prisión. Möller es la única que podría despejar las dudas de lo ocurrido aquella noche, culminación del otoño alemán de 1977 con varias semanas de terror, desencadenado para conseguir la libertad de sus compañeros y de ella.
Primero fue el secuestro del presidente de la patronal, Hans, Martin Schleyer. Ante la negativa de las autoridades a poner en libertad a los presos, un comando palestino secuestró un avión de Lufthansa que volaba de Palma de Mallorca a Francfort. Tras una fuga enloquecida con los pasajeros y el asesinato del piloto, el grupo antiterrorista alemán GSG-9 asaltó el avión en el aeropuerto de Mogadiscio, en Somalia, mató a tres de los palestinos del comando y rescató a los pasajeros. El intento de conseguir la libertad de los presos de la RAF había fracasado. A la mañana siguiente, los presos de Stammheim aparecieron muertos en sus celdas, y Möller, apuñalada. Pocos días más tarde, los secuestradores asesinaron a Schleyer. Möller lleva consigo el secreto de aquella noche sangrienta.
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