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Tribuna
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Hockey

El equipo de hockey sobre patines de Rusia se convirtió anteayer, en Madeira, sin saberlo, en el símbolo del Tercer Mundo. Perdió por 61 -0 frente a España porque no llevaba los patines adecuados. Los rusos, según la excelente crónica de Joan Carles Armengol para El Periódico, "jugaban con patines de cuatro ruedas en línea -a excepción del portero, que calzaba los patines tradicionales, con dos ruedas a cada lado-, de los cuales sólo disponían de cuatro pares". Es decir, que, según prosigue la información, "cada vez que se efectuaba un cambio, el jugador que salía se descalzaba para dejar sus patines al que entraba, lo que provocó que, en ocasiones, el equipo ruso se encontrara con sólo dos jugadores de campo sobre la pista". Por si fuera poco, los jugadores equipaban diferentes tipos de calzones y algunas camisetas mostraban remiendos hechos con cinta adhesiva.La cuestión es: ¿hay que permitir jugar un campeonato mundial a quien no dispone del equipo adecuado? La vida, campeonato supremo, no ofrece grandes oportunidades para quien no cuenta con el equipo completo: buen calzado, buena ropa, el estómago feliz y unas cuantas generaciones detrás, bien alimentadas, que garanticen un rendimiento intelectual razonable. El problema es que un número reducido de jugadores dispone de excesivo número de complementos.

Según los últimos informes, el 20% de la población mundial controla el 83% de los recursos. Ésos van surtidos de mudas. En cuanto al resto, cuando nacen no tienen ni las calles puestas. Lo cual convierte la polémica sobre si debe dedicarse o no el 0,7% de los presupuestos a la ayuda al Tercer Mundo en un asunto bastante lamentable.

Aquí de lo que se trata es de empezar a distribuir patines. Aunque sólo sea para que tengamos con quién jugar.

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