"La gran arquitectura siempre ha sido de alta tecnología"
Sir Norman Foster (Manchester, 1935) es uno de los más influyentes arquitectos británicos contemporáneos. Algunas obras suyas, como el Banco de Hong Kong y Shanghai, en Hong Kong, o la terminal del aeropuerto de Stansted en Londres -que le valió el Premio Europeo de Arquitectura Mies van der Rohe en 1990-, cuentan como obras maestras de la arquitectura de fin de siglo. Foster es, además, Un enamorado de España, donde tiene obras como la emblemática torre de comunicaciones barcelonesa de Collserola, el metro de Bilbao y el Palacio de Exposiciones y Congresos de Barcelona,Foster estuvo ayer en Barcelona como presidente del jurado del premio Mies van der Rohe de este año, que fue entregado a su compatriota Nicholas Grimshaw por la terminal internacional de la estación londinense de Waterloo para los trenes Euroslar que atraviesan el canal de la Mancha.
Pregunta. ¿Cómo se sintetizan hoy el arte y la tecnología en arquitectura?
Respuesta. Nunca ha habido una separación entre ambas. Si miramos los grandes edificios del pasado -catedrales, castillos-, veremos que todos están en la punta de la tecnología. Hoy mismo, no disponemos de la tecnología para hacer vitrales como los de las catedrales góticas. La idea de que la tecnología es algo nuevo es arrogante; si acaso hay algo nuevo, es la separación entre ambas.
P. ¿Cómo se explica el hecho de que dos proyectos británicos de centros de comunicaciones -su aeropuerto de Stansted y la estación europea de Waterloo- hayan merecido dos de los cuatro premios Mies van der Rohe?
R. Es una coincidencia. El premio no se otorga a un país, ni a una carrera, ni a un programa, sino a una construcción que responde a las necesidades que la generaron. Es posible que los símbolos más poderosos de la nueva Europa sean los nudos de comunicaciones, las puertas.
P. ¿Qué motivó su polémica con Santiago Calatrava por la reconstrucción del Parlamento alemán en Berlín?
R. Yo soy una persona muy simple. Mi única motivación es crear edificios. Nunca he criticado a otro arquitecto y nunca lo haré. Pero la cuestión de los concursos es que a veces los ganas y otras los pierdes. En el proyecto del Bundestag [el Parlamento alemán] propusimos un concepto basado en la ecología, la energía y la responsabilidad, así como en la visión de futuro. No se trata de reconstruir el antiguo Parlamento alemán. Eso pertenece al pasado. Se trata de mirar hacia el futuro. Por eso jamás hemos propuesto una cúpula como la del antiguo edificio. Al contrario, sugerimos que hoy día la democracia consiste en poner al público, al pueblo, por encima de los políticos y propusimos un cilindro que contendría un montaje de espejos de modo que de noche operaría como un faro (te la democracia y de día permitiría la entrada de luz natural en la sala de sesiones y al mismo tiempo sería accesible para el público, que podrá observar la actividad parlamentaria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.