He leído
en su periódico todos los improperios lanzados contra Alfonso Lafora por su artículo El autobús poderoso.
No pretendo criticar dichos improperios ni por supuesto, apoyarlos. No es mi intención polemizar sobre dicho artículo.
Sí quiero hacer saber que tanto el autor del mencionado escrito como su amigo Nacho (que igualmente es atacado sin piedad) no pueden ser etiquetados como pijos, pues los dos son el antídoto de dicho calificativo.
Estoy segura de que si los auténticos pijos conocieran sus características y personalidades, los catalogarían de bohemios.
Doy fe de que son ciudadanos de primera, austeros, educados, sensibles y respetuosos. A Nacho le horrorizan las pistolas, no quiere ni oír su nombre. El autor del artículo también es pacifista; es un tanto crítico, tiene una gran dosis de sentido del humor y una sana ironía.
Alfonso Lafora no tiene carné de conducir, ni coche, ni chófer. Y el coche que a veces utiliza Nacho es un cacharro viejo y prestado. Doy fe de lo que digo porque los tres somos colegas. Y puedo demostrar la veracidad de lo aquí escrito a toda persona que lo desee.-
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