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El Papa recuerda en Sicilia que la economía debe estar al servicio del hombre

Juan Pablo II se despidió ayer de Sicilia con la advertencia, pronunciada durante el Ángelus, de que "la economía no puede ser guiada por el puro interés económico y por la dinámica exclusiva del beneficio, sino que debe ser puesta al servicio del hombre". El Papa afrontó así el problema del paro, uno de los más graves de esta región, que ha visitado desde el pasado viernes.

Pero su viaje, el primero desde que en octubre fuera cancelada por motivos de salud una visita proyectada a Nueva York, ha estado lógicamente dominado por el problema de la Mafia, que en Sicilia incide sobre todos los demás, incluido el subdesarrollo económico de la isla.Juan Pablo II, que hace 16 meses en Agrigento pronunció una decidida condena de la Mafia, marcando un hito en la historia de las ambiguas relaciones de la Iglesia con ese problema, ha dejado esta vez amplio espacio a los arzobispos locales, para que dieran constancia de que sigue siendo grande el peso de la delincuencia. Además, el Papa reiteró el pasado sábado su condena, cuando dijo a un grupo de reclusos juveniles que "Sicilia necesita liberarse del poder de la Mafia y de otras fuerzas ocultas", en referencia a la masonería, y añadió que "quien se hace responsable de abusos manchados de sangre responderá ante Dios".

Los llamamientos al valor y a la lucha contra la resignación han sido repetidos durante la estancia de ayer en Siracusa, la ciudad de Arquimedes y de Elio Vittorini, el gran escritor siciliano oriental de este siglo, hoy marcada por la mala administración y por algunas bandas incontroladas. El Gran Hotel que hace pocos meses era una ruina y que pronto será inaugurado como establecimiento de lujo, permite intuir que las cosas cambian y que, probablemente, dentro de la propia Mafia habrá quien considera que la violencia debe mantenerse en tono bajo para no arruinar la industria turística.

Pero en Palermo, donde Cosa Nostra tiene una estructura más sólida, los observadores temen que el enfrentamiento en torno a esa alternativa pueda saldarse con una victoria de los violentos, decididos a lograr por cualquier medio que el Gobierno suavice la legislación antimafia, y que vuelvan los grandes atentados.

El Papa ha demostrado también que, aunque sus problemas físicos son serios, no pierde las ganas de conectar con las masas. Pese a unas dificultades evidentes de movimiento, ha tendido a improvisar y a romper el protocolo. Lo hizo ayer cuando se dirigió a los niños, ante la catedral de Siracusa, haciéndoles dialogar a coro, como en la televisión infantil, y diciéndoles: "Me callo ya para que no digáis qué viejo charlatán es este Papa".

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