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BALONCESTO

Ejercicio de impotencia

El Salamanca reabre la crisis del Estudiantes

Definitivamente, las alarmas se han disparado en el Estudiantes. Ya no sabe ganar tampoco en casa. La derrota ante el discreto Salamanca hace rebasar la frontera de la preocupación. En el tramo final de la primera vuelta de la Liga, los madrileños se sitúan mucho más cerca de la cola que de la cabeza. Y lo peor para ellos es que no se otea en el horizonte estudiantil solución alguna que propicie el cambio de rumbo. La cotización del entrenador, Miguel Ángel Martín, que había subido enteros tras la victoria europea sobre el Tofas Bursa, vuelve a estar muy a la baja y con seria amenaza de quiebra. Peor lo tiene Harper Williams: casi no le quedan acciones.

Esta vez le tocó al Salamanca -antes lo hicieron Unicaja y Pamesa- poner en evidencia al Estudiantes ante su público, cada vez más insatisfecho, por cierto. Y lo hizo con un bagaje limitado. Para empezar, sólo pudo contar con un americano, porque Riley y Mitchell nada aportaron. Eso sí, Carter se multiplicó y demostró el valor de tener un jugador sólido en el poste bajo: arrolló a los pívots estudiantiles.

El segundo soporte salmantino no podía ser otro que Ramiro. No falló el base más científico del baloncesto español. Analizó al rival y obró con su acostumbrado cálculo: juego pausado, circulación de balón, búsqueda de posiciones claras, ausencia total de concesiones al contrario. Y, de vez en cuando, un triple para romper (anotó cinco de cinco).

No necesitó más el Salamanca -al margen de la sabia dirección de Hevia desde el banco- para llevar por el camino de la amargura a un Estudiantes sin ideas. No tiene recursos, se lo come la impotencia. Los números no engañan: cuando Herreros no está en plan excelso, la derrota es segura.

Ayer, el alero sólo tuvo un día bueno y el Estudiantes se quedó huérfano. Michael Smith acarreó con la responsabilidad ofensiva, y lo hizo bien, pero no fue suficiente para recuperar a un equipo. Orenga y Mijailov sumaron la pobre cifra de seis puntos, aunque pueden esgrimir la buena excusa de que apenas recibieron juego. Y Williams, un alero sin tiro que lucha por ayudar a los postes, no encuentra el sitio a pesar de su esfuerzo.

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