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OCEANOGRAFÍA: MODELOS CLIMÁTICOS

Un radar mide en Vizcaya la energía de las olas

Cada hora, el radar de oleaje instalado en el cabo Machichaco (Vizcaya) barre 32 veces con sus ondas electromagnéticas la superficie del mar que tiene delante. La altura del oleaje y su dirección aparecen instantáneamente reflejadas en las pantallas de los ordenadores, en Madrid. Los datos también están en los equipos montados en el antiguo faro que aloja el radar, pero allí no hay nadie para mirarlos, porque todo el sistema funciona automáticamente y se controla a distancia.Es el primer radar de oleaje operativo que se monta en el mundo, ha sido diseñado e instalado por expertos españoles y está funcionando ininterrumpidamente desde el pasado día 22. Su objetivo es tomar los datos necesarios que alimenten los modelos de predicción de oleaje para investigación oceanográfica de estudios del clima y para predicción a corto plazo (dos días) de las olas en todo el litoral español, lo que supondrá aumentar la seguridad de la navegación, al igual que la predicción meteorológica garantiza la del tráfico aéreo.

Las olas, a través del viento que las genera, son el mecanismo de interacción por el que la atmósfera inyecta energía al mar; de aquí el interés de desarrollar modelos de oleaje capaces de reproducir en computadoras la dinámica del océano como los modelos meteorológicos simulan el tiempo para predecir las lluvias o las temperaturas de pasado mañana, explica Antonio Ruiz de Elvira, físico y director del programa de clima marítimo de Puertos del Estado (ente público del MOPTMA) que ha diseñado y montado el radar.

Boyas y satélites

Pero no es tarea fácil tomar en el mar las mediciones necesarias. Hasta ahora se utilizan dos sistemas: boyas ancladas en el mar que registran sus subidas y bajadas a merced de las olas y, por tanto, la altura de las mismas; y radares en satélites, que sólo barren una zona concreta cada varios días, cuando pasan por encima de ella. La ventaja del radar instalado en la costa es que no está expuesto a las condiciones hostiles del mar -que inutilizan a menudo las boyas- y que toma medidas continuas en un área. Pero hasta ahora los radares de oleaje sólo se habían ensayado a bordo de algunos buques o, temporalmente, en una plataforma del mar del Norte.Como la combinación de los tres sistemas es imprescindible, se ha elegido el cabo Machichaco (el extremo más septentrional de la península Ibérica) para instalar el radar, ya que en el golfo de Vizcaya están funcionando varias boyas.

El nuevo radar es, en origen, un equipo de barco. Pero mientras los radares convencionales de navegación están diseñados para que vean a los otros buques y las costas y eliminen de sus registros las olas del mar, el sistema instalado en el cabo Machichaco persigue lo contrario: eliminar la costa y los barcos para ver las olas. "Es un equipo adaptado para medir la interacción entre las olas formadas por el viento y las ondas que emite el radar", explica el físico José Carlos-Nieto, uno de los expertos del sistema.

La antena, de 2,7 metros de longitud, va dando vueltas y hace un barrido de la superficie del mar, cubriendo 270 grados cada 2,8 segundos, explica el ingeniero Ricardo Sanz, otro de los expertos que han desarrollado el radar. "Ahora está barriendo el mar desde 150 metros hasta cuatro kilómetros de distancia", continúa, ante la pantalla del ordenador, en Madrid. Cuando acaba el ciclo de 32 barridos, en la pantalla aparecen los registros y su repreentación gráfica: frentes de olas, altura máxima registrada, dirección, en total ocho megabytes de datos.

"Con esta información podemos estudiar cómo varía el oleaje en el tiempo y en el espacio", dice Nieto. El sistema no tiene un límite máximo de altura de las olas que mide (en los primeros 10 días se han registrado olas de ocho metros), aunque sí, por ahora, un umbral mínimo de medio metro. Y los especialistas consideran que de los registros del radar podrán extraer más información. Nieto señala efectos físicos, como la diferente temperatura, del agua fluvial en un estuario, que altera la rugosidad del mar, y esta rugosidad se registra como diferencias en la cantidad de energía recibida en el radar. Un efecto similar originaría un vertido contaminante.

Además de la predicción de oleaje a corto plazo, los modelos son decisivos para la investigación básica de los sistemas climáticos, porque, como dice Ruiz de Elvira, "el clima no es sino la historia de la meteorología". Y esta investigación, que permite hacer proyecciones climáticas a largo plazo, también tiene aplicaciones evidentes a la hora de diseñar, por ejemplo, un puerto o un nuevo malecón, que debe durar 20 o 30 años.

En el radar, que ha costado siete millones de pesetas, ha colaborado el instituto alemán GKSS. La Organización Mundial de Meteorología (OMM) ha convocado al grupo español para que presente el sistema.

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