Desmelene 'gay' en Halloween
Los travestidos fueron protagonistas activos de las fiestas de muertos vivientes.
Se adueñaron de la noche. Salieron a la calle con cara de muerto viviente y luciendo sus mejores galas. Travestidos y gays encontraron en la noche de Halloween la excusa perfecta para maquearse y lucir sus más atrevidos y escandalosos modelitos. Sólo ellos se creyeron la película de este ritual importado de Estados Unidos y se hicieron los amos de las fiestas. Susi, un joven gay que revoloteaba por la sala Morocco, se hacía eco del espíritu de la noche de los muertos: "Ésta es una fiesta muy gay, de vampirismo. Hoy renace mi espíritu. Esta mañana he puesto una velita a san Antonio y ahora voy en busca de víctimas".
Dos fiestas eclipsaron a las demás en la madrugada del martes: la distinguida y la guarra. La primera se celebró en el templo de Morocco, con Alaska como sacerdotisa. Allí se dieron cita Almodóvar, Carlos Berlanga, el mentiroso Álvaro Fernández-Armero, Cristina Rosenvinge y Ray Loriga, entre otros. La fiesta gore fue patrimonio exclusivo de los homosexuales: vísceras, túneles del terror, mucha casquería y salpicones de sangre fueron el menú de Xenon, la improvisada capital de la guarrada por una noche.
El recorrido por la ruta del Halloween empezó a las ocho de la tarde en Revólver. El grupo zaragozano Gothic Sex se presentó en un escenario presidido por candelabros, cadenas, cráneos de animales, y con un ahorcado como testigo. El punto culminante llegaba cuando descuartizaron una muñeca rellena de variadas vísceras ante una audiencia que pedía sangre. La sala Sirocco arrancó sobre las diez de la noche con una fiesta de lo más heterosexual, con tres bandas que practican el humor negro en escena: Carajillo de Whisky sin Quemar, Sanguijuela García y Camilo Sixties.
Una hora más tarde, Alaska abría las puertas de Morocco para los muertos vivientes. Olvido Gara, que así se llama, es la pionera del Halloween en Madrid. Hace siete años celebró su primera fiesta, y desde entonces nunca ha fallado a su cita con los muertos.
Tres travestidos estilo marujona, luciendo sus desfasados trajes de fiesta, animaban a la concurrencia a que moviera el trasero siguiendo el ritmo de bakalao con sendas linternas en la mano. Los travestidos-vivientes empezaron a emerger de entre el ambiente de sauna de la abarrotada sala. El que más comentarios suscitó en los corrillos fue uno de dos metros que se presentó, cual momia embalsamada, con el cuerpo cubierto por vendas: lo único que asomaba era una teta de plástico y unos morritos convenientemente rellenos de silicona. Su pamela roja con plumas y el traje de noche negro y rojo completaban el discreto atuendo.
Carlos Berlanga, uno de los míticos de la movida, eligió esta noche para su reaparición. Y su ex compañera musical Alaska puso el broche siniestro musical a la fiesta.
Un mutilado recreándose en el noble arte de hurgarse el hígado, el páncreas y el bazo daba la bienvenida a los que llegaron a Xenon. Pero se trataba de un simple aperitivo. A las cuatro de la madrugada, la oscuridad se adueñaba de la sala al son de la banda sonora de El exorcista. Una mujer desnuda, bañada en sangre y cubierta de trozos de carnes colgantes, se abre paso entre el público. Empieza a escupir sangre, se retuerce y extrae de su útero un cordero ensangrentado.
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