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Los 'gallegos' y la revolución

El Consejo de Ministros aprueba 5.312 millones para los españoles expropíados en Cuba

Decenas de miles de españoles residían en Cuba cuando la revolución de Fidel Castro triunfó el primero de enero de 1959. Habían llegado en diferentes momentos y debido a diferentes causas, algunos por aventura, otros huyendo de la guerra de Marruecos y los más buscando salir de la miseria y tratando de hallar cierta prosperidad en la mayor de las Antillas.La mayoría de los gallegos y asturianos se habían quedado. en La Habana, Santiago o Matanzas, y tenían bodegas, carnicerías, pequeñas fondas, bares y hostales. Otros, como Argimiro Cortés, un gallego de 90 años que llegó a la isla en 1920 a bordo del vapor Alfonso XII, se dedicaron a servir a grandes familias como mayordomos o chóferes de guante blanco. Los canarios en cambio se marcharon a San Juan y Martínez, al Hoyo de Monterrey, San Luis y otros pueblos de Pinar del Río o a la zona de Cabaiguan a cultivar tabaco, y sólo una minoría de aquellos emigrantes llegó a hacerse rica y acumular tierras, centrales azucareras o grandes tiendas y comercios.

Nada más llegar al poder, el 17 de marzo de 1959, el Gobierno revolucionario promulgó la primera ley de reforma agraria, cuya idea surgió ya en la Sierra Maestra en medio de la lucha contra Fulgencio Batista, y que limitó la tenencia de tierra por dueño a 30 caballerías (una caballería son 13 hectáreas). En 1963, este límite se redujo a cinco caballería, mientras que desde 1959 se comenzaron a nacionalizar las grandes empresas, las centrales y los grandes latifundios de las compañías norteamericanas, y también las refinerías de petróleo. Hasta mediados de 1968 las autoridades no decidieron confiscar los pequeños negocios privados, coincidiendo con la llamada ofensiva revolucionaria".

Fue esta medida, que convirtió al Estado en dueño de todos los puestos de café, carritos de helado y en general de todos los servicios, lo que más perjudicó a los gallegos, nombre con que en Cuba se llama en Cuba cariñosamente a todos los españoles. Por ello, cuando el 16 de noviembre de 1986 el presidente español, Felipe González, llegó a Cuba y firmó con Fidel Castro el "convenio sobre indemnización" por los bienes de ciudadanos españoles, fueron estos pequeños propietarios los que más reclamaciones presentaron.

El convenio estableció que Cuba indemnizaría a España con 5.416 millones de pesetas, de los cuales la tercera parte sería pagada en efectivo y el resto en especie (mariscos, café, azúcar ... ), a razón de 360 millones al año (120 en efectivo, y 240 en especie).Tras anunciarse el convenio, llovieron las soficitudes de reclamación y en unos años el Ministerio de Economía recibió cerca de 2.442, de las cuales denegó 987 y aceptó 1.455. Las estimaciones realizadas por los afectados a la hora de presentar las reclamaciones elevan el valor real de los bienes expropiados a unos 25.000 millones de pesetas. La mayor parte de las reclamaciones (más del 40%) se refierena fincas urbanas.

El convenio establece que para beneficiarse del acuerdo hay que ser ciudadano español, por lo que muchos de los damnificados que siguen viviendo en Cuba no podrán ser compensados, ya que o perdieron el pasaporte español, o se hicieron ciudadanos cubanos, y no tienen contactos con el consulado cubano. Del total de los 2.442 solicitudes, 2.130 fueron presentadas por personas residentes en España, y solamente 189 por españoles residentes en Cuba y 93 por personas que hoy viven en Estados Unidos.

El convenio de compensación establece como plazo de los pagos el año 2002, y hasta la fecha Cuba debía haber abonado 782 millones de pesetas en efectivo y 1.444 millones en especie. De esa cantidad, hasta el 30 de marzo de 1994, Cuba ha pagado 387 millones en efectivo y 1.169 millones en especie.

Ahora el Consejo de Ministros español aprueba destinar 5.312 millones de pesetas que el Gobierno español adelanta a los beneficiarios del convenio.

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