El alma del Deportivo ya tiene una calle
La localidad coruñesa de Arteixo dedica una avenida a Arsenio Iglesias
"Claro que soy un aldeano. Nunca fui un señorito", exclamó hace unos días Arsenio Iglesias en respuesta a una zafiedad del presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, que trataba de ridiculizarle aludiendo a su origen rural. En un mundo como el fútbol, tan dominado por la vanidad y el delirio megalomaniaco, el entrenador del Deportivo intenta parecer un simple campesino o un emigrante que se pasó media vida ganándose los cuartos lejos de casa. Y a los gallegos se les cae la baba al verle.Después de aguantar durante años las burlas sobre el cuento de la escalera, sobre su apego al hogar y su desconfianza ante lo urbano, ahí está Arsenio, un gallego triunfador, hablando a toda España como un aldeano que se enorgullece de serlo. Su pueblo, Arteixo, una localidad del extrarradio de La Coruña, se lo agradeció ayer dándole su nombre a la avenida que circunda el campo de fútbol local.
En el descubrimiento. de la placa conmemorativa, el alcalde, Frutos Martínez Saavedra, explicó ese sentimiento popular que concita el entrenador del Deportivo. Un hombre que ha alcanzado, a sus 63 años el éxito perseguido durante más de cuatro décadas de dedicación al deporte. "Arsenio encarna la retranca de los sabios", manifestó el edil. "Nunca pasa de moda", añadió, "porque representa un modo de vida, una filosofía. Él ha llevado el nombre del pueblo por todo el mundo y la gente le llama sabio, zorro o bruxo de Arteixo".
El pueblo se engalanó para la ocasión como si fuese un día de fiesta. Se lanzaron cohetes y un grupo de gaiteiros tocó el himno gallego. Hasta los organizadores se vieron obligados a pedir disculpas porque el entrenador había pedido que fuese un acto lo más humilde y sencillo posible".
Arsenio se asemeja a un personaje de John Ford, uno de esos seres nostálgicos y concisos que tienen claro que entre las tres o cuatro cosas que merecen la pena en la vida figura en primer lugar la fidelidad a las raíces. Quizá sea ése el motivo por el que la mayoría de la afición e incluso la gente más desapasionada por el fútbol le haya adoptado como la bandera del Deportivo. Ni el milagroso presidente Augusto César Lendoiro, ni el mejor futbolista de la tierra, Fran, han logrado conseguir tanta complicidad con el público.
Acompañado de su esposa, Carmiña, Arsenio apenas pudo hablar ayer. "Tengo que estar orgulloso porque ésta no es una calle cualquiera, es una avenida importante que pasa por delante del campo de fútbol y del polideportivo", acertó a decir.
"Quisiera ser un buen orador para llegar a vuestros corazones, pero eso no es posible".
Como nunca le ha gustado la vida social, tras el homenaje volverá a refugiarse en su abajo. Y estará a punto para repetir la misma conferencia de prensa de todos los sábados:
-Mister, ¿qué?
-Bueno, hombre, vamos a ver. Será un partido dificil...
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