Más sobre islam y mujer
Frecuentemente, el ser humano depaupera con su estulticia, su intransigencia o su ambición de poder las mejores construcciones de la civilización. Así, con el Corán, sustentador del credo de los musulmanes. Al Corán le ocurren pocas cosas que no tengan que ver con el paso del tiempo y la simple falta de puesta al día. El resto, su utilización como instrumento de tiranía o como refugio de las peores manifestaciones de la intolerancia, se debe exclusivamente a la acción de los hombres.Es oportuna la carta escrita por Mukammad Abdullah (La mujer en el islam, 18 de octubre) recordando que en el Corán, mujer y hombre son iguales y tienen los mismos derechos. Claro que
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eso será en el texto, porque lo que es en la vida diaria tiene poco que ver con la realidad. En la mayoría de los países del islam, la mujer no tiene permiso para conducir un automóvil -suprema ofensa a la pureza ya prevista por el profeta- Y si pillan a una con la falda a la occidental por la rodilla, de no mandarla a la cárcel, la policía de las buenas costumbres -que sí, que la hay circulando por las calles- le azota las piernas con una fusta al efecto o se las pinta de rojo.
Pelillos a la mar, me dirá usted, que tienen más que ver con lo rijosos que son los hombres que con la modestia de las mujeres; hay que ver cómo se pone el musulmán cuando le ve el tobillo o la nariz a la musulmana.
Y ya, si nos metemos en honduras, imagine usted si una musulmana se puede dedicar a la andrología con tanto derecho como un musulmán puede practicar la ginecología. O presénteme usted una mujer que tenga en el islam cuatro maridos.
No. Por mucho que se empeñe el embajador de Irán, nada hay en el velo de las mujeres que proteja su igualdad y sus derechos; lo único que hace el chador es reafirmar que la que lo lleva es propiedad del hombre que se lo puede quitar.- Fernando Schwartz.
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