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Chapuzas solidarias

Una fundación ayuda a ancianos con pocos recursos de Leganés a reparar sus viviendas

La Fundación Juan Muñoz, de Leganés (176.000 habitantes), ha iniciado un programa de ayuda para hacer pequeñas reparaciones en viviendas de ancianos con pocos recursos. La primera en beneficiarse de esta iniciativa ha sido Juana Arriba, una viuda de 66 años que estos días abre la puerta cada mañana a la cuadrilla de alumnos de los cursos de oficios del Instituto Madrileño para la Formación (Imaf), que le están arreglando su deteriorada cocina.Juana, o Juani, como la conoce todo el mundo, no tiene hijos. Se quedó sola hace 10 años al morir de un infarto su marido, que la dejó con una modesta pensión y la letra del piso que acababan de comprar. Ahora, diabética, con artrosis y recuperándose de una trombosis, sobrevive con las 45.000 pesetas que le quedan tras pagar la vivienda.

Reconoce que la cocina "estaba hecha una pena" y le daba vergüenza enseñarla, pero no tenía dinero para repararla. Un papel amarillento, enmohecido y podrido tapaba los desconchones de los azulejos, el suelo de sintasol estaba quemado y suponía un riesgo de incendio, y las tomas de la lavadora se veían nada más entrar. "Era una chapuza, había hasta bichos", asegura Germán Mateo, el monitor de los aprendices.

Son cinco alumnos de los talleres de oficios de fontanería, electricidad o alicatado del Centro de Estudios Destino, dependiente del Imaf. Se sumaron voluntarios al trabajo, no sólo por ayudar a la anciana, sino también porque así están comprobando las complicaciones que surgen en el trabajo real. "Es muy diferente aprender el oficio en un taller que luego salir al corte", concluye Mateo.

La anciana pasa el día sentada en la mecedora del salón y sólo se levanta para retirar una fregona o colocar algún trasto en las habitaciones. Las obras no durarán más de cuatro días. Empezaron el lunes y pensaban terminarlas ayer jueves para no molestar a la anciana.

Carmen Iglesias, gerente de la fundación, explica que se trata de una experiencia piloto que tienen previsto mantener con carácter continuado en función de los recursos de la institución, "que no son muchos". La idea es realizar pequeñas obras que arreglen desperfectos o eliminen barreras arquitectónicas que dificultan la vida a los mayores en sus propios domicilios. Podrán arreglar una cocina, cambiar una bañera, poner unas barras en la ducha, un suelo antideslizante, o abrir más el hueco de una puerta para favorecer la movilidad de los ancianos que vayan en sillas de ruedas.

Pese a la simplicidad de los arreglos, la gerente mantiene que no es un proyecto fácil, porque los mayores a veces no entienden que tengan que entrar en sus casas y se niegan a las molestias que ocasionan las obras. No es el caso de Juani, que se muestra encantada de los arreglos, aunque recuerda que lo primero que pensó al ver a la cuadrilla es que "venían muchos para una cocina tan pequeña".

La fundación, una de las instituciones más antiguas de la localidad, se constituyó en 1623 para administrar los bienes que dejó a los pobres en su testamento Juan Muñoz, uno de los vecinos más ricos del pueblo. Quería que se edificara un hospital de atención a personas necesitadas, pero no se conoce a ciencia cierta si ese centro existió en los cuatro siglos de vida de la fundación. Lo que sí queda es parte de ese patrimonio, en concreto tres solares diseminados por el casco de Leganés.

Con la universalización de la asistencia sanitaria quedaba obsoleto el fin originario de la fundación. Merced a un cambio de estatutos, la Juan Muñoz trabajará ahora para la tercera edad. En Leganés viven cerca de 22.000 jubilados y pensionistas.

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