De curas, pujas y otros misterios
Los vecinos de un pueblo de Toledo, castigados sin párroco por no retirar las subastas de la Virgen"A mí todo esto me da mucho sentimiento". "No hay derecho, no hemos hecho nada para que se nos haga esto". Antonia Villafuertes se emociona sólo con sacarle el tema, y María Josefa García, la estanquera de la localidad, está indignada. En los bares y las calles todos parecen estar de acuerdo.
Y es que la vida de los vecinos de la localidad toledana de Huerta de Valdecarábanos, un pequeño y tranquilo pueblo con 1.730 habitantes, ha dado un giro completo. Llevan varios meses sin párroco y con las puertas de la iglesia cerradas a cal y canto. Los huertanos, según ellos mismos cuentan, centran su vida entre su iglesia, su ermita y sus fiestas. "Es lo único que tenemos", decía Antonia, "y ahora nos lo quieren quitar todo".
El arzobispo de Toledo y cardenal primado de España, Marcelo González Martín, ha decidido privarles del párroco por tiempo indefinido, "por negarse a suspender las pujas" en las que subastan los cordones de la carroza de la Virgen del Rosario de los Pastores, patrona de la localidad. Pero el embrollo no termina ahí.
La Iglesia no reconoce a la hermandad del pueblo al no estar legalizada ni reconocida por el sínodo diocesano. Esta hermandad es la que organiza las pujas y recoge el dinero, que durante las pasadas fiestas ascendió a cinco millones de pesetas. Los representantes del arzobispado aseguran que el párroco y otras personas que apoyan su decisión están recibiendo todo tipo de amenazas, así como que el provicario general, Demetrio Fernández, tuvo que salir escoltado por la Guardia Civil de una reunión que mantuvo con los vecinos.
Por su parte, los huertanos no quieren saber nada del cura que les han quitado, porque dicen que es "la fuente de todos los males" que están pasando. Están convencidos de que el arzobispo "no tiene ni idea de lo que realmente sucede en el pueblo", como señala Alfonso Ruiz Luján, hermano mayor de la Hermandad de la Virgen del Rosario. Y, por si fuera poco, aseguran a coro que el párroco dijo, en la última misa que celebró, que todo el pueblo estaba en. pecado mortal, les negó la paz y "que los que hubieran estado en la reunión con el previcario se abstuvieran de comulgar", según cuenta el hermano mayor.
Los responsables de esta hermandad no entienden por qué hay habladurías sobre lo que hacen con el dinero recaudado: "El que da el dinero es el pueblo, y el pueblo está tranquilo", dice Ruiz Luján. La junta de la hermandad la forman 10 personas del pueblo que eligen entre ellos cada tres años. No hay socios, no hay cofrades, porque todos son de la hermandad. "Todos figuramos", afirma la dueña de uno de los bares.
A Huerta de Valdecarábanos se llega desde Toledo por una carretera comarcal que acaba en el pueblo de Ocaña. Cuenta con cinco bares y dos pubs. Es una localidad silenciosa y pequeña, coronada por una imponente ermita que se iza en una loma situada en uno de los extremos del pueblo. Construyeron esta ermita a principios de siglo -"para dar un lugar a la Virgen"- con el dinero que donaron dos hermanos que están enterrados en el altar. Un matrimonio de ermitaños tienen encomendado su cuidado.
En las fiestas, que se celebran todos los años en la última semana de agosto, la hermandad del pueblo recoge dinero entre los vecinos para costear las fiestas y organiza además una serie de pujas durante las tres procesiones que se celebran. En cada una de ellas los huertanos pujan por seis cordones. El año pasado recaudaron tres millones de pesetas en las pujas, 160.000 pesetas el cordón), y otros dos millones entre los vecinos. La mayor parte de este dinero va destinado a la conservación de la ermita.
El alcalde Miguel Martín (del PSOE) dice que la gente "le da mucha importancia a las tradiciones, lo que hace que este tema sea muy espinoso y que se haya creado un ambiente desagradable y mucha tensión".
Como demonios.
El enfado se siente desde la barra del bar de la entrada al pueblo hasta la ermita. La estanquera insiste: "La culpa es del anterior párroco, que quería robamos lo único que tenemos, una tradición de hace siglos. Y para colmo nos cobró 170.000 pesetas por dar una misa", apostilla.En una carta repartida por el pueblo, el arzobispo hace referencia a que el culto a Dios y a la Virgen "lo han de regular los pastores en el ejercicio de su responsabilidad, o dejamos de estar en la Iglesia católica para estar en una secta". El arcipreste de Ocaña, Tomás Domingo, ha sido designado para celebrar una misa los domingos, tras la retirada del párroco. "Pero, hay vecinos que están acostumbrados a ir a misa todos los días y han prohibido que venga un cura para que celebre las comuniones y bodas pendientes", explica el hermano mayor.
Para el responsable de la Iglesia, este tipo de prácticas "no tiene nada de religioso". Para que la hermandad sea reconocida, según se estableció en el último sínodo diocesano, deben presentar unos estatutos, y el arzobispo es el que nombra a sus miembros, así como el destino del dinero recaudado, que en parte debe ir a parar al seminario, las misiones y Cáritas.
Pero, según los vecinos de Huerta de Valdecarábanos, "hay mucho más que no se puede contar, porque no tenemos pruebas", señala el hermano mayor. "Son cosas que están pasando en el pueblo y que están relacionadas con todo lo que pasa y con este castigo que nos han dado, que parece que somos como demonios".
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