Ciencia y filosofía
Somos muchos quienes agradecemos que EL PAÍS se ocupe de cuestiones relativas a las ciencias. Tanto el suplemento como las noticias y los artículos sobre medicina, bioquímica, astrofísica..., que con relativa asiduidad ocupan un lugar en sus páginas, nos hacen sentir conviviendo en un contexto cultural normalizado. En este sentido valoramos la entrevista que el domingo 4 de septiembre realiza A. España al profesor Ángel Martín Municio, un científico que tanto hace para acercar la ciencia al lenguaje.Un lector poco avisado, sin embargo, podría sacar una impresión más bien pesimista de sus reflexiones sobre el pensamiento filosófico en general, por lo que quisiera hacer un par de observaciones. Los filósofos, viene a decir, ignoran o tienen mucha dificultad para acceder a los conceptos científicos (la densidad de los agujeros negros...), mientras que a los científicos no les costaría asimilar la media docena de ideas filosóficas claves, aunque parece que no les interesa demasiado.
Seguramente esto es cierto en muchos casos, pero no en todos. Aparte del matemático Thom, mencionado en la entrevista, hay un resurgimiento de la filosofía de la naturaleza que quizá aún no ha aparecido masivamente en la sociedad -entre otras cosas, por falta de lugares adecuados que el mismo Martín Municio denuncia-, pero que se está haciendo, y ahí están los trabajos de Petitot, Bouligand, etcétera, para mostrarlo. En segundo lugar, cuando dice que no ve un pensador que hable del ADN o del principio de Heisenberg, me gustaría recordar la obra de un filósofo español, Gustavo Bueno, que no sólo puede hablar y habla perfectamente de estos temas, sino que ha acometido una gnoseología de las ciencias, de una envergadura que sólo la secular atonía para con lo nuestro nos hace olvidar.
Algunos científicos que filosofan como el propio Martín Municio, algunos filósofos que parten de las categorías científicas como G. Bueno, algunos medios de comunicación como EL PAÍS... son esos valores que permiten seguir llusionándonos día a día para afrontar la dificultad de esos conceptos. La responsabilidad de la educación científica, ecológica, ética, etcétera, se encuentra en otras manos o instancias (seguramente históricas).-
