Inmaculada y Constitución

Han empezado a aparecer en los diarios los primeros indicios de una incipiente, y en el fondo estéril, polémica que nos acecha: la sucesión de las festividades de la Constitución y de la Inmaculada, los problemas económicos que genera y solución a base de cambiar una de las fechas.La propuesta del Gobierno consiste en desplazar la fecha de la Constitución; esta propuesta ha sido apoyada por la patronal y la Generalitat y contestada por los sindicatos.

En primer lugar, respecto a los aspectos formales de este tema, existen dos preguntas básicas:

-¿Por qué cambiar un calendario laboral establecido en el Boletín Oficial del Estado del 18 de noviembre de 1993 con esta precipitación? Se podía haber previsto esta situación, puesto que ya no es la primera vez que suscita esta polémica.

- Las astronómicas cifras de pérdidas económicas que se barajan (300.000 millones de pesetas) ¿cómo se han calculado? Si se trata de un simple cambio de fechas que no afecta al cómputo global de horas trabajadas en el año, ¿cómo se justifica semejante montante?

Concluyo que, en mi opinión, al menos para este año, no debiera modificarse el calendario.

Por otro lado, respecto al fondo del asunto, creó que, si se cambia alguna de las fechas, tanto este año como en los venideros, la que cambie debe ser la de la Inmaculada; es más, me parece poco acorde con la representación institucional que ostentan que Gobierno y Generalitat defiendan posturas que sólo son justificables desde el punto de vista de la Iglesia católica. Me explico: el Gobierno y la Generalitat son instituciones del Estado que basan su existencia en la propia Constitución y representan a todos los ciudadanos; es sabido y demostrable que dicha Constitución fue ratificada por los españoles en un referéndum celebrado en un día 6 de diciembre.