DENG, LA PINTORA
"El arte me ha hecho sentir el valor de la existencia", confiesa Deng Lin, la tercera. hija del líder chino Deng Xiaoping, que a sus 52 años expone en París. El Espace Pierre Cardin le dedica una exposición que muestra por primera vez su obra en Europa. Una pintura fuerte, simple y profunda, de grandes trazos, basada en las tradiciones y cultura clásicas chinas que jamás tuvo las imágenes de los héroes revolucionarios. Deng, que vive en Pekín en la misma casa de su padre, con su madre, su abuela, su marido y su hija de 19 años, cuenta: "Mi padre es un hombre taciturno, de pocas palabras, pero le encanta rodearse de gente. A pesar de sus 90 años, no le gusta ir al médico; por ello, todo el mundo tiene conciencia de la importancia de su increíble salud. El gran cometido de la familia es hacerle feliz". Su vida ha estado marcada por los avatares de la historia de su padre (a los siete días de nacer, los japoneses invaden China, y la confían a una pobre familia campesina hasta los cuatro años. Su salud [de Deng] queda menguada para siempre); sin embargo, él nunca obligó a sus hijos a elegir ni confesión ni profesión. "Mi primer contacto con la pintura", recuerda, "fue a los 14 años, en un viaje a la Unión Soviética. Le debo mucho a mi madre. Me buscó un profesor particular en Pekín. Luego ingresé en el Instituto Central de Bellas Artes de la capital". Dicen que la vida del arte es una carrera de obstáculos, y los de Deng fueron especiales. En 1959, cuando se desencadenó el llamado movimiento de educación socialista en toda China, los profesores y estudiantes no revolucionarios del instituto fueron enviados al campo para participar en el movimiento y forzados a trabajos manuales. "Me obligaron a suspender mis estudios, me maltrataron fisicamente", cuenta. "Mi angustia era infinita, me sentía inferior a causa de la crítica que se le hacía a mi padre". Cuando en el 73 rehabilitaron a sus padres, no le permitieron pintar y la destinaron hasta 1977 (cuando cayó la Banda de los Cuatro) a la sala de documentación de la Academia de Bellas Artes de Pekín. "Acabada la Revolución Cultural, volví a pintar en vivo, visitando las montañas y ríos conocidos. Con la apertura del régimen con mi padre pude empaparme de la pintura europea. Muchas veces califican mi pintura de abstracta. Pero una de las características de la pintura china es que nunca ha sido exclusivamente realista. El arte abstracto está en nuestra pintura desde hace 5.000 años", concluye.-
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