Cientos de niños madrileños ayudan a Ruanda
Las marionetas del Retiro dedicaron un maratón solidario con el país africano
"He dado mis golosinas para los niños que pasan hambre". Adolfo, un niño de nueve años, se aprendió bien la lección que ayer dieron los titiriteros madrileños en el parque del Retiro. El maratón de muñecos, que se celebró durante toda la mañana y toda la tarde del domingo, además de despedir el Festival Titirilandia -que ha permanecido toda el verano en el parque-,pretendía recaudar dinero para el asolado país africano. "Esperamos poder llegar al millón de pesetas", decía Victor Rojas, uno de los impulsores de este festival benéfico.
Cientos de madrileños pasaron por el teatro del Retiro respondiendo a la llamada de auxilio realizada por los organizadores del maratón de títeres. Los promotores, la organización no gubernamental Ayuda en Acción y la compañía Rayuela, estaban estusiasmados con la recolecta.Junto al escenario se instalaron dos huchas de cartón de gran tamaño. Después de cada representación varios voluntarios iban pasando una alcancía de madera donde se depositaba el dinero. Luis Gurunguel, uno de los titiriteros, con un arca a cuestas, decía: "Hay gen te que ha metido 2.000 y 5.000 pesetas, pero hasta ahora ninguno 10.000". Al tiempo, Juana Santiago, una economista de 33 años, vendía postales del maratón por 300 pesetas. "Cuesta un poco que te las compren, pero la gente es receptiva".
Diez grupos de teatro de títeres actuaron desde las 11.00 hasta las 20.00 horas. Y, entre historias y leyendas de ratones y demonios, Víctor Torres, de 'la compañía Rayuela, explicaba a los niños con sutileza las desdichas de los niños ruandeses: "Necesitan ayuda, no tienen mucho para comer, pero en cambio tienen los mismos derechos que vosotros; por eso debéis ayudarlos".
Tras escuchar el apacible relato, Álvaro, de nueve años, tenía claro cuál es el mal de aquel país. "No tienen donde comer". Su hermana Itana, de siete años, sacó otra conclusión: "Hay que darles dinero. Pero nosotros ya lo hemos dado". Irene, una niña de ocho años y ojos azules, describió así la epidemia que asuela Ruanda: "No tienen nada, ni comida ni agua para beber".
Los titiriteros estaban encantados con la idea de utilizar sus muñecos como gancho para motivar a niños y padres en tomo a la miseria de. Ruanda. Para Lepoldo Castillo, del grupo Teuco, "la idea es maravillosa. Así los niños comprenden mejor los problemas".
Sin embargo, entre todos los grupos se echó en falta una historia en la que se explicasen las dificultades del país africano. "Es que no hemos tenido tiempo para montarla porque todo se ha preparado en menos de una semana", aclaraba María José de la Rosa, una de las titiriteras. Sólo Pablo Vergne, de la compañía Retablo, describió en su obra los problemas del Tercer Mundo: "Un panadero intenta fabricar pan para todos los niños de la tierra; un demonio con tres rabos, egoísta y mezquino, le impide hacer sus labores".
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