David Vidal
La Segunda División mostró en la jornada de ayer, una vez más, un fútbol árido. Es una categoría plagada de urgencias, donde se maltrata el balón. Alzugaray, un buen futbolista uruguayo del Recreativo de Huelva de mediados de los ochenta -el equipo aspiraba entonces al ascenso a Primera-, se lamentó después de un partido: "Entrego balones a mis compañeros y me devuelven sandías". La gloria de la Segunda es, además, efimera. Los partidos pasan por los carruseles de las radios con la rapidez del "minuto de juego y resultado". Nada más.La seguridad del futuro de David Vidal en el banquillo del Rayo Vallecano constituía una de las incógnitas de la jornada de ayer, en un Osasuna-Rayo con mucha melancolía de la Primera División. El punto positivo aleja momentáneamente a Vidal del abismo. En Vallecas hay cierta nostalgia del pasado. El antiguo fútbol caliente del Rayo realizado, entre otros, por Felines y Potele -dos delanteros de la década de los setenta que no superaban el metro y medio de estatura pero practicaban un juego eléctrico-, ha sido sustituido por un balompié fight, bomboncito como la marca de su presidente, Ruiz-Mateos. El entrenador Vidal, con sus manoteos, con sus enfados, es el único vínculo con aquellos tiempos de la vieja gradona del estadio de Vallecas. El Rayo mantiene una extraña cuarentena: no gana en partido oficial desde el 20 de marzo (24 frente al Sevilla en Vallecas).El fútbol ha creado todo un argót de tópicos, y uno de los más repetidos se cumplió ayer en El Vivero, de Badajoz. El que dice: "Ha entrenador nuevo, victoria segura". El Atlético Marbella salió del túnel con el debú en el banquillo de Antonio Moreno Nene, que sustituyó la pasada semana a Sculara, el primer técnico sacrificado en la temporada en Segunda División. Petrovic, presidente del Marbella, presenció el partido desde el palco, después de haber ofrecido la generosa cifra de 100.000 pesetas a sus jugadores por el triunfo. Petrovic es, pues, un claro discípulo del sistema Jesús Gil. Su táctica monetaria dio resultado ayer.
El Mérida, con un empate vulgar, perdió su condición de líder, que exhibía por primera vez en su historia. El Lleida se convirtió ayer en el número uno, con dos goles de Salillas. El equipo catalán parece decididamente dispuesto a recuperar la Primera División. Mientras, Milojevic, con su gol, salvó al Mallorca de perder en casa. El Mallorca lucha por recuperar su historia -subcampeón de Copa en 1991-.
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