Tres son multitud
El pequeño Andrés, de cinco años, hace memoria sobre cuantos hermanos tienen sus amigos. "Cesar tiene uno... Javi, dos... Felipe, uno... Gonzalo, uno...". Ya se ha hecho un lío con los dedos. A Andrés le toca a veces la mision de camuflarse cuando la familia pilla una oferta de hoteles. "¡Claro!, porque están pensadas para un matrimonio con dos hijos. Si tienes que coger otra habitación para el tercero ya no sirve para nada", explica Carmenchu, la madre.Y es que el matrimonio Blanco, formado por Carmenchu, psicóloga, y Andrés, propietario de un comercio, solo tiene ojos para las ofertas desde que nació la tercera, Ana, que ahora tiene dos años. "Yo he renunciado a comprar el 90% de nuestra ropa fuera de la temporada de rebajas", apunta ella. Con todo, se consideran una familia privilegiada que haciendo muchos, pero que muchos números, llega a final de mes.
La cuenta empezó la pasada semana con un desembolso de casi 200.000 pesetas por el inicio del curso de los tres hijos: María, de 13 años y los dos pequeñajos. Van a un colegio concertado, lo que supone que ni el preescolar, ni el BUP, ni el comedor están subvencionados. Otras 40.000 pesetas del ala cada mes. Como dice Carmenchu, "del segundo al tercero es verdad que no se nota en el perolo de casa, pero en el del colegio, vaya si se nota". El año que viene la cuenta se multiplicará por dos.
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La pareja considera "escasísimas" las ayudas a la familia en España. Por cada hijo desgravan 20.000 pesetas en la renta. "Propaganda", afirma Andrés. El Gobierno acaba de adelantar que subirá a 25.000 a partir del tercero. "Propaganda", insiste, y no sale de ahí.
Por el piso alquilado, de 100 metros, pagan una buena cantidad. Es una familia emparedada por la legislación actual. Por un lado no consiguen desalojar a los inquilinos antiguos de un piso que tienen sus padres, y por otro se ven amenazados a tener que levantar, el campamento cada tres años por culpa de los contratos temporales. De comprar un piso ¡ni pensarlo de momento!.
No se plantearon fríamente la llegada de los hijos. Carmenchu y Andrés venían de familias numerosas y les gustaba el recuerdo del bullicio alrededor. "Nunca te paras a pensar en las consecuencias económicas o en el trabajo que va a suponer", explican. Pero es verdad que les ha costado mucho renunciar a algunas cosas. El último aniversario de bodas no hubo más remedio que pasarlo los cinco juntitos. "Es que con tres ya no nos echa un cable ni la familia". Y Carmenchu, que ahora quiere volver a trabajar, reflexiona en alto: "Ocurre que ya tengo 37 años. Si, me está costando mucho encontrar algo a esta edad".
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