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Opinión e información: una frontera problemática

Soledad Gallego-Díaz

"La información y la opinión estarán claramente diferenciadas entre sí", dice el primer artículo del Libro de estilo de EL PAÍS y recoge la inmensa mayoría de los códigos éticos de los principales periódicos del mundo. Separar opinión e información es una de las trincheras que defienden con más ardor los profesionales del periodismo, en España y en cualquier país del mundo. Todos estamos seguros de que es uno de los principios que más debemos defender y, sin embargo, todos sabemos que es uno de los más difíciles de proteger.EL PAÍS ha establecido una clara frontera: "Los títulos de los editoriales, críticas o artículos se escribirán en cursiva para diferenciarlos de la información y el reportaje".

Cualquier lector habitual de este periódico se ha acostumbrado a ver titulares en cursiva y a saber, inmediatamente, que lo que va a leer es una opinión. La duda se plantea a veces en sentido contrario: titulares en redonda que dan paso a informaciones que contienen, también, opinión.

Carlos Benjumeda, de El Puerto de Santa María, llama la atención de la Defensora del Lector a propósito de un artículo sobre la situación en Cuba -publicado el domingo 14 de agosto bajo el título, en redonda, 'Una revolución en crisis'.

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Benjumeda, que demuestra un perfecto conocimiento del Libro de estilo de EL PAÍS, argumenta ampliamente su queja: el artículo en cuestión recoge básicamente opiniones particulares de su autor, pero se presenta como un a crónica o información. "Existe un exceso de juicios editorializantes sustentados sobre supuestos obtenidos a través de fuentes indeterminadas", asegura. Y añade: "Se vende como información un artículo de opinión".

El autor de Una revolución en crisis, Hermann Tertsch, subdirector de Opinión de EL PAÍS, considera que el lector tiene razón.

"El artículo", afirma Tertsch, "no fue publicado con la presentación y titulación adecuadas. Se trataba de un texto fruto de conversaciones que mantuve en La Habana con toda una serie de interlocutores que, por razones obvias, no querían ser mencionados y como una valoración propia del autor de la situación que atraviesa la dirección cubana. Por tanto, el título tenía que haber sido escrito en letra cursiva".

La Defensora del Lector comparte la crítica en cuanto a la presentación del artículo, pero cree que Carlos Benjumeda no tiene razón cuando asegura que el periodista "optó por enviar una especie de crónica con intención de vender al lector su opinión como información".

Tertsch, como cualquier enviado especial, no pudo participar en la titulación y presentación de su artículo. Esa responsabilidad recae en el jefe de la sección correspondiente, en este caso, Internacional.

Esta diferenciación puede parecer un simple matiz, pero no lo es. Para la Defensora del Lector resulta de gran importancia saber si existió voluntad de disfrazar opinión como información o si se trató de un error o valoración equivocada.

En este taso, está claro para este departamento que se trató de un artículo de opinión incorrectamente presentado como información. Pero en periodismo se dan muchos casos en los que opinión e información estan tan mezclados que, incluso con la mejor voluntad, la decisión de titular en un tipo u otro de letra no es evidente.

Según el Libro de estilo de EL PAÍS, la crónica, por ejemplo, es un estilo situado a medio camino entre la noticia, la opinión y el reportaje. Corresponsales en el extranjero, enviados especiales, comentaristas deportivos, taurinos o artísticos están autorizados, según el apartado 2.6, a elaborar textos que contengan elementos noticiosos, pero también análisis y una cierta dosis de opinión e interpretación, siempre que esté razonada en el propio texto. Estas crónicas se titulan en redonda y, no en cursiva.

Las tendencias actuales del periodismo escrito acentúan el valor de las crónicas, como uno de los estilos con mayor aceptación, precisamente frente a la inmediatez noticiosa del periodismo audiovisual. Quiere decirse que las dudas entre opinión e información pueden proliferar. ¿Como hacerles frente? La Defensora del Lector ha pedido su opinión a Javier Pradera, comentarista político.

"La distinción entre información y opinión", explica Pradera, "resulta fácil de establecer desde un punto de vista estrictamente analítico; en líneas generales, se corresponde con la diferencia existente entre los juicios de hecho y los juicios de valor. Pero ya no resulta tan sencillo guardar esa frontera en la práctica periodística".

"De manera metafórica", prosigue, "cabría imaginar la información y la opinión como los polos de una línea continua; pero el material publicado en los periódicos sólo rara vez puede situarse en los extremos de ese continuo. La información sobre el tanteador final de un partido de fútbol y la opinión sobre la justicia o injusticia del resultado pertenecen en teoría a mundos distintos; sin embargo, las magníficas crónicas de Santiago Segurola combinan de manera inevitable los juicios de realidad y los juicios de valor".

"En definitiva", termina Javier Pradera, "las opiniones se apoyan normalmente en material empírico, a menos que sean puros insultos; a su vez, los hechos publicados por un periódico son seleccionados y jerarquizados informativamente (en primera página o en páginas interiores, a una columna o a cuatro, en página par o impar) según criterios empapados de juicios de valor en ocasiones inconscientes. La imbricación entre opinión e información sólo es claramente inaceptable cuando la primera es presentada de manera intencionada con el disfraz de la segunda".

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