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Las quejas de los madrileños por las vacaciones suben un 20% respecto a 1993

Ana Alfageme

Una maleta llena de cosas queridas y destrozada puede valer 54.000 pesetas y un disgusto. Siete días de vacaciones en Mallorca comienzan mal y terminan peor. Un barco se mueve escorado durante el crucero y la tripulación no tiene un respiro. A algunos madrileños les han ocurrido lances como éstos. Al Ayuntamiento de Madrid ha llegado, un 20% más de quejas por vacaciones organizadas que el año anterior. Los culpables, según Consumo, son la huelga de controladores de Marsella, el overbooking (saturación) en Canarias y Baleares y la quiebra de dos mayoristas.

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La azafata palideció cuando el joven que tenía enfrente le contestó que sí, que precisamente una maleta azul era la que andaba buscando. La escena ocurrió el miércoles 7 de septiembre a las seis de la tarde, cuando Alejandro Jimena, de 23 años, llegó a Barajas en un vuelo de Iberia, después de pasar una semana, en Tenerife. La maleta de su novia había salido sin contratiempos por la cinta. La suya, una especie de macuto azul, no apareció.-¿Falta tu maleta?, le dijo la azafata.

-Si, contestó Alejandro.

-¿Es azul?

-Sí, si.

Fue entonces cuando Alejandro vio en un rincón lo que unas horas antes había sido su maleta: "Era como si una jauría de 50 fieras hambrientas se hubiera lanzado sobre ella, la tela estaba hecha jirones, la espuma de afeitar había explotado y lo pringaba todo. La cajita de madera en la que mi novia y yo llevábamos las joyas, hecha astillas. Dentro, un anillo de plata y turquesa, tres anillos de plata, una esclava de cuando hicimos dos años, todo había desaparecido, muchas cosas que, tienen mas que un valor económico, sentimental... mi Polaroid no estaba, los carretes tampoco. El tabaco que traía se quedó convertido en picadura para liar, llevaba unos vaqueros usados como de los años 50 que acababa de comprar allí, no sé, yo soy joven y tengo pocas cosas y las tengo cariño..."

Alejandro, que aún vive con sus padres en una urbanización de Boadilla del Monte, recibió como toda explicación que la maleta había sido arrastrada desde el avión a la terminal de Barajas, que acudiese a una oficina de Iberia de la calle de Goya y poco más.

-Es un vuelo nacional, ¿no? pues el máximo con el que se le puede indemnizar es 54.000 pesetas.

Y le dieron allí en Goya las 54.000 pesetas, cuando él cifra lo que ha perdido en unas 200.000. Raúl Balado, el jefe de Relaciones con el Cliente de Iberia, dice que el caso de la maleta destrozada es muy raro dentro de la rareza de los extravíos y los daños menores (rotura de un asa, por ejemplo) estimados en un 6 o 7 por 1.000. Iberia maneja unas 17 millones de maletas al año. "Lo normal es que se rompa un asa. Se repara o se da otra maleta. Este caso es equiparable a la desaparición, lo que se compensa con 54.000 pesetas".

Alejandro llamó a este diario. Pero 445 veraneantes acudieron al Ayuntamiento de Madrid (Oficina Municipal de Información al Consumidor, OMIC) para quejarse de su agencia de viajes en julio y agosto. El año pasado se recibieron 369 quejas, con lo que las protestas han subido un 20,59%.

Tres causas

"Ello se debe a tres causas", indica el jefe de Consumo del Ayuntamiento, Juan Ignacio Rojas, "los retrasos que motivó la huelga de controladores de Marsella, el overbooking en Baleares y Canarias que desde hace años no se registraba y la quiebra de dos mayoristas".

La huelga de los controladores aéreos. la sufrió un especialista en básculas llamado Francisco Veneros, de 24 años, el pasado julio. Contrató una semana de vacaciones en Mallorca con su novia Juani, una ayudante de farmacia. El vuelo, de la compañía Oasis, debía salir a las 2.00, pero se retrasó dos horas y una vez en Palma, a las 5.00, advirtió la pareja que el equipaje no había llegado. "Tuvimos que insistir en que nos pagasen el taxi a los que decidimos quedamos a esperar los equipajes", recuerda Francisco. Pasó la semana (43.000 pesetas, media pensión en Palmanova) y el retraso para la vuelta se vivió en unos butacones del recibidor del hotel desde las 4.00 hasta las 10. "Perdí una noche entera", dice Francisco, "por lo menos queda la queja y por eso protesté en el Ayuntamiento". "Todos sufrimos la huelga de Marsella", contesta Ricardo Martínez, de Oasis.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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