_
_
_
_
_

Todd Rundgren o la verbena del futuro

Es el rey del artilugio. Como si fuera el inspector Gadget sacando cachivaches de su gabardina, Todd Rundgren abrumó con las exquisitas e imaginativas propuestas que puso la noche del martes disposición del escaso público que acudió a la pista de Aqualung.El puesto de mando de Todd estaba coronado por dos ruedas e televisiones de 12 pantallas cada una; de este tecnotemplete alían unas cañas de pescar que, mediante unas cuerdas que activaban un resorte, Todd izaba o arriaba a voluntad. De ellas colaban esqueletos inflables, martillos de esos que dan en las feas, micrófonos y un par de videocámaras que los asistentes cogían para verse a sí mismos o a sus amigos en los monitores de arriba, al tiempo que ensayaban planos del concierto, convirtiéndose, por un instante, en modernos realizadores de videoclips en directo. Tres robots de pantalón ciiclista y top de lentejuelas deambulaban por la pista provocando baile e invitando a coger los ariados artilugios.

Todd Rundgren, 45 años, mas de 20 elepés a sus espaldas, pelo largo, camiseta a rayas, pantalón flojo y zapatillas de deporte, estaba solo en esa galáctica cabina, rodeado de aparatos extraños y de la que salían miles de sonidos, ritmos y, sobre todo, canciones fascinantes. Su potente voz y su guitarra eléctrica y acústica eran lo único no ficticio, aunque todo lo pregrabado y programado en él, suena natural.Fue una fiesta, una verbena del futuro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_