Todd Rundgren o la verbena del futuro
Es el rey del artilugio. Como si fuera el inspector Gadget sacando cachivaches de su gabardina, Todd Rundgren abrumó con las exquisitas e imaginativas propuestas que puso la noche del martes disposición del escaso público que acudió a la pista de Aqualung.El puesto de mando de Todd estaba coronado por dos ruedas e televisiones de 12 pantallas cada una; de este tecnotemplete alían unas cañas de pescar que, mediante unas cuerdas que activaban un resorte, Todd izaba o arriaba a voluntad. De ellas colaban esqueletos inflables, martillos de esos que dan en las feas, micrófonos y un par de videocámaras que los asistentes cogían para verse a sí mismos o a sus amigos en los monitores de arriba, al tiempo que ensayaban planos del concierto, convirtiéndose, por un instante, en modernos realizadores de videoclips en directo. Tres robots de pantalón ciiclista y top de lentejuelas deambulaban por la pista provocando baile e invitando a coger los ariados artilugios.
Todd Rundgren, 45 años, mas de 20 elepés a sus espaldas, pelo largo, camiseta a rayas, pantalón flojo y zapatillas de deporte, estaba solo en esa galáctica cabina, rodeado de aparatos extraños y de la que salían miles de sonidos, ritmos y, sobre todo, canciones fascinantes. Su potente voz y su guitarra eléctrica y acústica eran lo único no ficticio, aunque todo lo pregrabado y programado en él, suena natural.Fue una fiesta, una verbena del futuro.