_
_
_
_
_
Tribuna:ESPERANZA DE PAZ PARA EL ULSTER
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Euskadi no es el Ulster

Algunos nacionalistas vascos han querido ver en las negociaciones que mantienen, los gobiernos británico e irlandés con el Sinn Fein, rama política del IRA, una fórmula trasladable a España para acabar con el terrorismo etarra. Sin embargo, cualquier pretensión de comparar el secular problema de descolonización que sufre Irlanda con la situación creada en Euskadi desde que ETA decidió unilateralmente echarse al monte con las armas, hace apenas 30 años, supondría, cuando menos, ignorar la historia de esta maltratada isla europea; esa historia que los nacionalistas peninsulares tanto gustan en reescribir en beneficio propio para qué el pasado gane en leyenda. todo lo que pierde en rigor. Pero ni el País Vasco es el Ulster, ni ETA se asemeja al IRA más allá del uso de la violencia terrorista, ni Herri Batasuna es la homóloga del Sinn Fein.Mientras España sufría en el siglo XIX las sucesivas embestidas de las partidas carlistas, especialmente en, el País Vasco, Navarra y Cataluña, la población irlandesa padecía problemas más acuciantes que nada tenían que ver con reivindicaciones forales. A partir, de 184.5 la isla sufrió una hambruna de proporciones gigantescas. En los siguientes 60 años la población de la isla se vio reducida a la mitad, pasando de ocho a cuatro millones de habitantes. Y todo ello ante la pasividad de los gobernante británicos, que desde el siglo XV se habían limitado a sofocar rebeliones y a confiscar la práctica totalidad de la tierra para entregársela a colonos escoceses e ingleses. Hartos de comer hierba, cientos de miles de irlandeses tomaron el camino de la emigración, especialmente hacia EE UU. Con el paso de los años, los descendientes de aquellos hambrientos constituyeron un poderoso lobby que de la mano del clan Kennedy no sólo financió económicamente la causa norirlandesa, sino que incluso logró que la misma fuese incluida en los programas electorales del Partido Demócrata. Otros apoyos, como los de la asociación estadounidense Noraid, han sido más inquietantes y no falta quienes la señalen como financiadora del IRA e incluso mediadora en la compra de armas que esta organización ha efectuado en EE UU. Frente a la dimensión de estos apoyos la causa etarra apenas puede exhibir ayudas desde el exilio vasco.

En 1858, siete años antes de que naciera Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco, y 101 años de que se fundara ETA, surge la llamada Fraternidad Armada Irlandesa (IRB), una sociedad secreta cuyos integrantes concluían su juramento de fidelidad con un "¡Que Dios me guarde!" y que puede considerarse el antecedente del IRA, un ejército de voluntarios reclutado ya en 1920 después de que el Sinn Fein ganase las elecciones.

En los ocho primeros lustros de este siglo se encuentran buena parte de los elementos que han conducido a la actual situación del Ulster: desde la rebelión de Dublín, en la que 3.000 hombres fueron doblegados por 40.000 soldados británicos en 1916, hasta la posterior paz, que el tiempo demostró frágil y que condujo a la división de la isla en 1921 y al nacimiento de la República de Irlanda en 1937. Pero hay que remontarse también a 1920 para analizar la futura estrategia terrorista del IRA- Porque fue ese año, 57 antes de que ETA asesinase a 18 personas en Hipercor, cuando el IRA decidió dar un salto adelante y llevar su combate a suelo inglés incendiando una docena de almacenes en Liverpool. Los guerrilleros norirlandeses sucumbieron ya entonces a la doctrina de uno de los máximos1eóricos de la guerra, el mariscal prusiano Karl von Clausewitz, cuyos tratados bélicos fascinaron tanto a Lenin como a Mac Arthur y posteriormente a la propia ETA, pese a incluir sentencias de la siguiente guisa: "El que usa la fuerza con crueldad, sin retroceder ante el derramamiento de sangre por grande que sea, obtiene una ventaja sobre el adversario". Todo lo demás eran para él "ideas falsas inspiradas en el sentimentalismo". Aunque el militarismo es consustancial tanto a ETA como al IRA, debe tenerse presente que los predecesores de esta última llegaron a reunir una fuerza de 15.000 hombres y que libraron combates con las fuerzas de ocupación británica por lo que su estructura y parafernalia siempre se ha ajustado más a la de un ejército regular. Entre otras cosas, porque regulares han sido las tropas que ocupan el Ulster y que desde hace casi 30 años incluyen tanto unidades paracaidistas como comandos especiales de las SAS especializados en la lucha contrainsurgente y de gatillo a veces tan rápido como el de los propios terroristas.

Pero, además, resulta difícil imaginar que los presos etarras emulen a sus supuestos colegas del IRA, que en 1978 iniciaron una singular protesta para reivindicar su condición de prisioneros de guerra: los provisionales se dedicaron durante meses a llenar sus celdas con restos de comida y sus propios excrementos esparcidos por las paredes. Todo concluyó en 1981 con la muerte de 10 presos en huelga de hambre. Los norirlandeses radicales han sido así capaces de superar en fanatismo a sus correligionarios vascos, aunque ambos hayan recorrido un sendero común de extorsiones, asesinatos por error, eliminación de traidores... Y todo ello pese a una también común y limitada representatividad en las urnas.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_