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FELICIANO FIDALGO Valencia: desayunar

Jamás un pensador serio dirá: 'esta boca es mía`.En un hotel de cuatro estrellas desayunar de siete a once. de la mañana es una operación de envergadura. En Valencia, tierra de sabios escépticos, cultos y liberales, incapaces de provocar una guerra civil, se explica todo incluso con la puesta en escena de un desayuno en un hotel moderno. A las siete de la mañana todo está dispuesto en la sala/ comedor donde van a desarrollarse los acontecimientos. Nosotros, a la hora precitada, en punto, ya nos servímos el primer zumo de naranja. El buffet está dispuesto a lo largo de unos nueve metros sobre mesas finamente enmanteladas y floreadas. Esta mañana, la grande bouffe matinal es como la de cada día, aunque según informes de un responsable absolutamente, fiable "en cada momento procuramos matizar nuestra oferta con nuevas aportaciones o con calidades más ajustadas a las necesidades y gustos del cliente". Una por una hemos contabilizado todas las posibilidades alimenticias y otras golosinas dé la hembra o macho desayunadores en este hotel de cuatro estrellas de la. civilización de la calidad de la vida. De no errar, hemos contado hasta 95 productos diferentes, especias incluidas, y todos ellos al alcance incontrolado, sin tope alguno, de la clientela mañanera del lugar. Por ejemplo, hay que reseñar seis zumos de frutas: naranja, pomelo, piña, tomate, horchata y limón. Otro ejemplo: seis variedades de pan, integral, de molde integral, normal, de trigo, decenteno.... Un ejemplo más: para quienes desde las primicias del nuevo día ya atacan con fiambres el buffet expone a la veleidad del consumidor las bebidas oportunas: vino blanco, vino rosado, cava seco y aguas varias con burbujas o tranquilas. Los fiambres aludidos y otras posibilidades igual de sustanciales para un estómago educado en lo recio y contundente desde las claras del día cuentan con una gama muy seria: jamones de York y serrano, pierna de ternera, mortadela, salchichas, huevos revueltos, bacon, y otras delicatessen del género dificilmente enumerables por razones de espacio, que no por voluntad dudosa de los narradores. Las mermeladas son de fresa, ciruela, melocotón, albaricoque y miel de azahar. Que no se olvide la paella, la tortilla de patatas ni los huevos duros. ni los quesos diversos, cremosos o curados. Para el café y la leche la bollería es un escaparate, y de las frutas ni hablar.... Es de anotar con mucho afectó el "rincón dietético" anunciado por un cartel ecológico si se repara en sus tintas verdes; y en este apartado, claro, está la leche desnatada, el salvado completo con fibra, quesos, mantequillas casi sin calorías...

Entre el ir y venir con nuestros zumos de naranja, la sala/comedor ha cuajado un mundillo viajero mas o menos hambriento. El zumo de naranja es de consumición máxima para la primera tanda desayunadora: de 33 sólo tres son mujeres y casi todos leen periódicos al tiempo que zampan un bocadillo de jamón o revuelven con la cucharilla el azúcar del café. Este hotel regala a quien lo desee cinco periódicos: tres regionales y dos madrileños. En estos instantes domina el ejecutivismo en el comedor; usan gafas la mayoría, cunde un clima de mucha seriedad. A las 9.30 han llegado varias familias con mucha pinta de turistas; dos hermanitos, hembra y varón, van y vienen cargados de mercancía para ellos, para papá y para mamá. Un matrimonio turístico también ha picado con alegría en el buffet dietético y en el colesterólico; ya no les cabe en su mesa ni la respiración; cuando se sientan, se miran cómplices y medio sonríen. Los ejecutivos ya se fueron, entran señores con camisas floreadas y pantalones blancos, y señoritas. Un hombre maduro, muy atildado, paso a paso, lentamente, recorre la despensa ofrecida y mira, mira, y sortea a otros correligionarios que, con sus afanes, recortan sus posibilidades de percepción; al término de su recorrido se sirvió un vaso de agua mineral sin gas y recuperó su silla y su mesa. Y se puso a leer.

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