¡Nos morimos!

Los madrileños de a pie, los que no tenemos bonsáis ni sapientes y carísimos jardineros orientales para cuidarlos, y sí sólo el solaz de nuestras calles, nos estamos muriendo de asco, rabia y pena. Estamos leyendo estos días, con angustia, noticias sobre el contencioso del agua entre las comunidades levantinas y Castilla-La Mancha. El conflicto es terrible y, acertada o no la decisión, nos alegra que varios millones de árboles frutales puedan saciar su sed. Y de los árboles ornamentales de Madrid, ¿quién se ocupa? La hierba de nuestras calles murió ya hace dos o tres años. Ahora, en Presidente Carmona, sin ir más lejos, se están muriendo también los prunos plantados hace unos diez años. Eran ya unos arbolitos frondosos. Hasta las adelfas están empezando a sucumbir: hasta ahora yo creí que eran las únicas cualificadas para sobrevivir a la indiferencia medioambiental de nuestros mandamases. ¿Por qué sucede esto? Porque resulta que los embalses de Madrid están llenos en sus tres cuartas partes (686,4 millones de metros cuadrados, el 72,6% de su capacidad total; EL PAÍS, 27 de julio). ¿Quién, en tales circunstancias, ha firmado la orden de ejecución? No lo sé, pero nuestros árboles se van a morir, y con ellos moriremos todos. ¡No se puede vivir sin árboles!-

Onda Cero Radio.