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Reportaje:

El hombre y el divo

Mauro Silva es ensalzado en La Coruña mientras su compatriota Bebeto acapara el reproche popular

Xosé Hermida

La afición coruñesa empieza a estar hasta las narices de su antiguo ídolo. Durante dos años, el deportivismo se esforzó por mostrarse comprensivo con los caprichos de uno de los futbolistas de más talento que se haya visto nunca trotando por Riazor. Pero a Bebeto se le ha acabado la bula. La gente se fue cansando de sus manías de divo y cuando regrese a La Coruña -si es que finalmente regresa- va a encontrarse con un ambiente envenenado. En los altares deportivistas, su lugar lo ocupa. ahora el otro brasileño del equipo, Mauro Silva, quien también jugó la Copa del Mundo pero no ha alegado ex cusas filantrópicas para pro longar sin permiso las vacaciones. Las diferencias entre ambos jugadores han quedado so bradaménte delimitadas."Ya está bien de perdonar", exclamó el presidente deportivista, Augusto César Lendoiro, tras anunciar la sanción que el club ha impuesto a Bebeto por no presentarse en La Coruña el pasado día 10, como le habían exigido los dirigentes de la entidad blanquiazul. Emulando a Romario, su compañero en el ataque brasileño durante el pasado Mundial, Bebeto decidió tomarse él mismo unos días más de vacaciones. En anteriores conflictos por otros viajes del futbolista a su país sin permiso oficial, el club había preferido arreglar las cosas por las buenas. Pero la paciencia de Lendoiro se ha agotado y la sanción pretende ser ejemplar: 25.000 dólares (unos tres millones de pesetas) por cada día que retrase su incorporación. Ya van 11.

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Caprichos y arrogancia

En esta ocasión nadie ha alzado la voz para defender al goleador brasileño. Aunque arrebaten sus florituras en el área, algo que será siempre un bonito recuerdo para la afición y el deleite por el buen fútbol, el deportivismo está descubriendo que detrás de su aire humilde e inocente se esconden algunos de Vos mismos deslices de tantos astros del fútbol proclives al capricho y a. la arrogancia.Bebeto se deja querer y aparece en público como un hombre de buenos sentimientos, poco dado a las declaraciones estridentes. Pero a la gente le irritan su indisciplina y sus dobleces, esa costumbre de decir en La Coruña que la ciudad gallega es para él "como un pequeño Río de Janeiro" y al día siguiente anunciar en Brasil que está deseando regresar a un equipo de su país.

Como se ha encargado de resaltar convenientemente el propio Lendoiro, el ejemplo de su compañero de club y selección, Mauro Silva, pone todavía más en evidencia la actitud de Bebeto. Pocos futbolistas como Silva habrán corrido tanto en la pasada Copa del Mundo. Y, en su caso no ha habido excusas: el día 10 de agosto, como un reloj, estaba de vuelta en La Coruña. El recibimiento también contrastó con los amargos reproches a Bebeto. Primero fue ovacionado por decenas de hinchas en el aeropuerto y después por sus propios compañeros en el estadio, donde el entrenador, Arsenio Iglesias, le saludó con un emocionado abrazo. Tanto Arsenio como Lendoiro han confirmado una vieja apreciación: "Es el marido que todas las madres quisieran para sus hijas".

Al final, sin tanto artificio como Bebeto, ni dentro ni fuera del césped, Mauro Silva se ha convertido en el hombre más amado de una ciudad que vive pendiente del menor movimiento de sus futbolistas. Aunque las relaciones entre ambos son excelentes, los caracteres de los dos brasileños del Deportivo parecen casi opuestos. Silva es respetado en su país, pero nunca se ha señalado como el sucesor de Zico, ni le han incluido en los santorales más excelsos.

Vino a La Coruña desde un equipo modesto, el Bragantino, y tampoco era un chico de la calle, como Romario, por ejemplo. El fútbol no le impidió acudir a la universidad para estudiar informática. Nunca ha exteriorizado una gran pasión por la opulencia, confiesa que su fervor religioso es más bien moderado y detestaba acudir a las multitudinarias celebraciones organizadas en Brasil como acción de gracias por el tetracampeonato. En realidad, da la impresión de que aborrece muchas de las cosas que entusiasman a Bebeto.

Ningún periodista, como ninguno de los cientos de aficionados que le abordan a diario podrá decir que le haya oído alguna vez una palabra hosca o le haya visto un gesto altivo. Tan angelical es su comportamiento que hasta ha tratado de disculpar a Bebeto por incumplir las obligaciones que él mismo ha acatado sin rechistar. Para acabar de ganarse todo el aprecio del club y la afición, ha proclamado que estaría dispuesto a renunciar a la selección brasileña con tal de evitar más perjuicios al Deportivo. Y eso que Mauro Silva, como Romario y Bebeto, también acaba de conseguir la Copa del Mundo. Aunque no lo parezca.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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