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"Estaban siempre juntos; es imposible"

Estupefacción. Los vecinos de la calle de Alcalde Porqueres, en Lérida, no se pueden creer lo que ha pasado. Durante más de 20 años -hace dos que cambiaron de vivienda- Maribel y Faustino vivieron en el tercer piso del número 56 de esa calle y se les recuerda como a un matrimonio unido y agradable. Ramon Vilar, de 43 años, dueño de la marisquería Noray, junto al domicilio de la pareja, sólo ve una explicación: se ha vuelto loco. No hay otra posibilidad para explicar los hechos que se imputan a Faustino.Pilar, de 51 años, e Ignasi, de 55, tienen una tienda de piensos y animales en la misma calle de Alcalde Porqueres: "Les conocíamos porque aparcaban en nuestro mismo parking. Eran encantadores". Pilar está convencida: "Esto no lo ha hecho él". Ignasi y Pilar son rotundos: "Estaban siempre juntos; es imposible".

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Maribel ha dejado profunda huella en su barrio. Vecinos y conocidos sólo tienen. palabras amables al recordarla: "Él quizá era más serio", indica José Manuel Romero, de 36 años, que regenta un taller de coches. "No eran clientes asiduos, pero hace tiempo que tenían un Lada que había reparado alguna vez. Él parecía un poco despótico. Pero esto...". Les faltaba poco cumplir sus bodas de plata.

Francesc Sapena está desconcertado. Más de 24 años de amistad le unen al matrimonio Pons: "Nunca tuve que ejercer de abogado para ellos, como no eran conflictivos..." Sapena no sabe qué pensar. "El martes, Faustino me pidió que ejerciera de portavoz de la familia porque él estaba muy afectado y desbordado por los medios de comunicación. Acepté y habíamos quedado en vernos esta mañana a las doce. Me he enterado por la policía de que se había descubierto el cadáver. Es increíble. Pero no puedo decir ni pensar nada. Los hechos son como son", sentencia el portavoz de la familia, elegido por el presunto asesino. Maribel fue la profesora de sus hijos en la escuela primera Clavé. Ahora la vida de la fallecida estaba dedicada a colaborar con la Fundació Arrels de ayuda a los marginados. Nadie pensaba que la clave del misterio estaba en el domicilio de Maribel.

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