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Sin proyectos de apertura política

Los interlocutores de las personalidades extranjeras que pasan por la capital china cuentan a sus huéspedes los pormenores de sus planes de reforma económica, se interesan por las experiencias extranjeras -al vicepresidente español, Narcís Serra, le preguntaron sobre la motorización en España en los años sesenta y la generalización del sistema de Seguridad Social-, pero no sueltan ni palabra sobre eventuales proyectos de apertura política.En la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) hay, al parecer, después de la purga que expulsó en 1989 a su entonces secretario general Zhao Ziyang, unanimidad sobre la necesidad de mantener el monopolio del poder para evitar un desmembramiento del país que estará sometido en los próximos años a fuertes tensiones sociales y geográficas, entre el centro y la rica periferia.

Las discrepancias en la dirección comunista se centran exclusivamente, según fuentes diplomáticas, en la profundidad y el ritmo de la reforma económica, que algunos desean llevar hasta sus últimos extremos, con la total introducción de una economía de mercado, mientras otros, que temen que el capitalismo acabe socavando el sistema político, pretenden limitarla al mínimo para garantizar el bienestar social. Estas divergencias se manifiestan en la prensa. El Diario del Pueblo, en manos del ala conservadora del PCCh, da a veces noticias sobre huelgas y protestas sociales para demostrar así el peligro de trascender ciertos límites reformistas. Otros periódicos de China meridional informan más bien de los éxitos logrados en las empresas mixtas.

Hasta ahora, el viejo Deng Xiaoping ha actuado como el árbitro entre ambas tendencias del PCCh, pero, a sus 90 años y dado su precario estado de salud, difícilmente Podrá seguir ejerciendo este papel. Su sucesión está abierta, pero en un sistema de poder tan personalizado, donde no hay ningún mecanismo previsto para nombrar al hededero, será muy delicada.

Dirección colegiada

Lo más probable es que se establezca una dirección colegiada, en la que el actual presidente, Jiang Zeming, y el primer ministro, Li Peng, jueguen un papel relevante sin llegar a ejercer un liderazgo comparable al de Deng sobre el PCCh y el Ejército Popular de Liberación.A muy largo plazo, la reforma acabará, probablemente, por socavar el sistema político, como ha ocurrido en la nacionalista Taiwan, pero hasta entonces China no evolucionará hacia la democracia pluralista. En el mejor de los casos, la cúpula comunista dará paso a un régimen de "autoritarismo suave", como tuvieron Corea del Sur y Taiwan durante los años de mayor desarrollo.

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