"Estamos más programados para la adversidad"
Lo vi todo oscuro. El coche de la policía camuflado con cristales ahumados delante de la casa. La sirvienta negra que me abrió. El vestíbulo en penumbra. El libro en el mueble de la entrada sobre expectativas económicas hasta el 2015. La piel uruguaya de mi entrevistada. Y la voz tenebrosa de Mariano Rubio hablando por teléfono en el salón. La mente se me quedó en blanco. Los mecanismos de compensación funcionan. ¿Qué iba a preguntarle a Carmen Posadas?Me había advertido que prefería no hablar del asunto de Mariano. Que no tenía interés en salir a la luz pública. Sin embargo el invisible Mariano se hacía omnipresente. Lo oía en la habitación contigua.
Y en ese instante apareció Carmen Posadas como una sopera humeante con asas de oro. Traía cuatro cartulinas escritas a mano. "Aunque me dijiste por teléfono que no te interesaba particularmente hablar de Mariano es inevitable que el tema surja. He apuntado dos o tres cosas".
Pregunta. ¿Quiere leer esas chuletas?
Respuesta. Sí. Le he dado muchas vueltas y esto es lo que se me ha ocurrido. Mi marido ha tenido un problema fiscal. Y a partir de este hecho se ha desmesurado todo. Se han escrito y dicho montones de mentiras incluso se le ha llegado a encarcelar una semana. ¿Cómo lo he vivido? No lo he vivido de una forma desesperada ni dramática. Tengo una filosofía de la vida un poco oriental. Creo que cuando las cosas se sacan de quicio, más tarde o más pronto vuelven a su lugar. Estamos en un país muy de conjuras y de manos negras. Siempre se piensa que hay alguien moviendo los hilos.
P. ¿Qué conjuras y manos negras son ésas?
R. Me refiero a que de un problema fiscal se desmesure y desorbite todo hasta acusarle casi de ser el violador del Ensanche. ¿Es un poco exagerado, no? Hay esa tendencia. Como tal persona ha hecho esto mal, también será culpable de esto otro y lo de más allá. Te exigen una especie de probatio diabólica. Es decir, la prueba en contrario. Pruébeme que usted no es el asesino de Kennedy. Afortunadamente eso de la probatio diabólica ya se ha retirado del Derecho. Pruébeme que usted no es un espía al servicio del KGB. ¿Cómo pruebas que no?
P. Pero ¿a quién le interesaba desmesurar todo este asunto?
R. En primer lugar, a mi marido lo han metido en la cárcel por una supuesta falta fiscal. Por esa falta no va nadie a la cárcel. En segundo lugar, su caso ha sido portada de los periódicos los últimos cuatro meses. En tercer lugar se ha desviado la atención de otros problemas que han causado verdadero quebranto a la economía...
P. ¿Cree usted en las conjuras?
R. Personalmente no creo en conjuras ni en manos negras. Tengo la impresión de que se produce una especie de conjura de los necios de la que hablaba Swift. En un momento determinado coincide el interés de mucha gente en crucificar a alguien. No es una conjura ni son necesariamente necios los que participan, pero a todo el mundo le viene bien hundir a una persona. Unos tienen razones políticas y necesitan una cabeza de turco. Otros necesitan desviar la atención de otros problemas que están en pirmer plano. Y los periodistas, a pesar de que se, diga que son los vigilantes de la democracia, en realidad hacen su negocio y cuanto más escándalo, más se vende. Y ésa es la conjura de los necios. Eso es lo que se ha producido en el caso de Mariano.
P. ¿Ya ha terminado con las chuletas? Ha hecho un buen trabajo ¿Quién ha tenido un interés especial en cargarse a su marido? ¿No le protegía el Gobierno?
R. El Gobierno necesitaba una cabeza de turco. Fue un frenesí aquella semana de mayo. Primero se escapó Roldán. Dimitieron tres ministros. Había que dar un golpe de efecto ¿no?
P. ¿Tenía usted la impresión de que su marido no se iba a desmoronar en la cárcel? ¿Creía usted que es un hombre fuerte?
R. Es un hombre fuerte. En los momentos complicados es cuando se ve el temple de las personas. Yo creo que estamos mucho más programados para la adversidad que para el éxito. Los momentos en los que yo he tenido una vida más plena cara a la galería y la gente ha podido pensar 'qué bien le va a ésta' es cuando he sentido el vértigo. El éxito da vértigo. Es muy difícil sobrevivir al éxito. La prueba está en la gente que se queda en la cuneta. Cantantes de rock. Actores. Estamos mucho más programados para la adversidad.
P. ¿Quiere decir que le está tomando gusto a la adversidad?
R. No. Eso no.
P. Entonces ¿cómo se relacionan en la vida de una persona la felicidad, el dinero, el poder y el éxito?
R. Hay una canción de Bob Dylan en la que un personaje al que todos envidian porque tiene mucho éxito en su profesión y con las mujeres se pega un tiro y nadie entiende por qué. Lo que sucede es que estamos siempre buscando la felicidad donde no está.
P. ¿Cómo le ha afectado todo este asunto?
R. Estaba escribiendo una novela. Tenía más de doscientos folios escritos. Un año y medio de trabajo. Y la he tenido que dejar.
P. ¿Pero va a volver a ella?
R. No puedo. Me he dado cuenta de que no soy la persona que escribió esos folios. Se lo tengo que contar a mi editor. Le va a parecer una milonga.
P. ¿De qué iba la novela?
R. Es la historia de dos mujeres en dos épocas distintas. Son tía y sobrina. Gira en tomo a una frase de Oscar Wilde. Todo hombre mata lo que más ama. El cobarde lo hace con un beso y el valiente, con la espada. Me parecía que me estaba saliendo bastante bien. Ahora soy incapaz de continuar.
P. ¿Ha llorado usted mucho en esta historia?
R. No. Cuando hay que estar fuerte hay que estarlo en todos los sentidos. Supongo que por reacción instintiva. Necesitaba energías para otras cosas. No he podido dedicarme a apiadarme de mí.
P. O sea que no ha llorado porque no se lo ha podido permitir, no porque le hayan faltado las ganas. Diríamos que no ha llorado por una cuestión de economía.
R. Exacto. A ver si se entiende mal ego. El cuerpo es muy sabio. En los momentos de crisis duermo mucho mejor, por ejemplo. Cuando todo va bien sufro insomnio. Tengo problemas tremendos con el sueño. En cambio cuando hay crisis duermo como un tronco. Es cuestión de sobrevivencia.
P. ¿Le ha dado la espalda mucha gente?
R. Siempre hay alguno que falla, pero a grandes rasgos ha sido espectacular la reacción de la gente. Y eso que cuando pasan estas cosas no todo el mundo quiere dar la cara.
P. ¿Preferiría ser pobre ya que la felicidad y el dinero no parece que se llevan demasiado bien?
R. Para mí estar en la cresta de la ola no es nunca la felicidad. En cuanto al dinero, siempre he tenido la misma vida. Siempre he sido bastante tímida. Tengo. una actitud bastante ambigua con eso de pasar desapercibida. Todo el que escribe tiene algo de exhibicionista. A mí el exhibicionismo me va en escribir. En nada más. Cuando sales en las revistas acabas siendo un personaje que no tiene nada que ver contigo.
P. ¿Le gustaría llevar otra clase de vida cuando pase esta pesadilla?
R. Lo tengo muy claro. Idealmente me gustaría vivir como el novelista John Le Carré. Vive perdido en Irlanda. En Irlanda yo no estaría porque no me gustan los sitios donde hace frío. Pero buscaría un sitio al lado del mar. He nacido al lado del mar y siento la necesidad del mar. Mallorca o una cosa así. Y de vez en cuando unos días en la frivolidad. Eso también es importante. Venir a Madrid unos días, ir a Londres, a Nueva York unos días. Ésa sería la combinación perfecta. Y escribir.
P. ¿Y desde un punto de vista sentimental?
R. Bueno, todo esto con Mariano. Pero escribiendo, como no seas John Le Carré no puedes llevar esa vida. Estaría mucho tiempo sola. Alejada del mundanal ruido. Claro que con Mariano. Y combinarlo con mucho bullicio una semana. No más.
P. Por lo que dice entiendo que ahora le quiere más. En la adversidad ama más a Mariano.
R. Siempre le he querido mucho. Pero ahora tengo la sensación de haber pasado juntos una tormenta en el mismo barco. Y esto une mucho si te llevas bien con la otra persona. Si te llevas mal, es el fin.
P. ¿Y no le ha reñido un poquito? ¿No le ha dicho, vaya una chapuza Mariano?
R. Ja, ja. No. Hay otras prioridades en este momento. Y siempre he detestado a los que regañan. A los que dicen ya te advertí...
P. Supongo que usted no estaba al tanto de las Declaraciones de Hacienda y esas cosas.
R. Por supuesto. Además nosotros tenemos separación de bienes. Pero no soy nada de hacer reproches. Yo no me arrepiento de nada. Yo, como Edith Piaf.
P. ¿Qué imagen cree que proyecta su marido cuando comparece públicamente? ¿No le llamó la atención cierta arrogancia en la entrevista en Antena 3 Televisión? ¿A qué se debe que sonría tanto?
R. Cuando uno ha hecho algo mal y le están castigando por una cosa muchísimo mayor de la que ha hecho se produce una reacción como para dar a entender "oigan, ustedes se están pasando". No es arrogancia.
P. Tengo la impresión de que usted no ha reaccionado como una burguesita del montón.
R. No. Y no reacciono como una burguesita porque no soy una mujer que ha tenido una vida igual. Si hubiera sido así, cuando se tambalean los cimientos, me hubiera producido una enorme inseguridad. Cada diez años en mi vida ha habido un giro de 180 grados. No me asusta eso.
P. Hace dos años me dijo que Mariano le leía por las noches el Corán. ¿Sigue haciéndolo?
R. Sí. Pero no era el Corán lo que leíamos en ese momento. Era un libro sobre islamismo. Trajo mucha cola. Lo sacan siempre a relucir en los periódicos. Para mal.
P. De manera que sigue leyéndole en voz alta.
R. Sí. En mi casa siempre se ha leído en voz alta. Yo lo he hecho toda la vida. Pero se ve que a la gente le chocó mucho. Lo seguimos haciendo. Me da risa que se hiciera burla de eso. No sé por qué les hace tanta gracia.
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