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Una mezquita se alza entre las chabolas

El poblado chabolista de Casas de Diego se encuentra muy próximo al casco urbano de Majadahonda y a escasos metros de una tranquila urbanización de adosados. En casas de Diego viven unos 150 marroquíes en condiciones infrahumanas. Unas 70 chabolas se agrupan a lo largo de un arroyo repleto de desperdicios que sirve, no obstante, como lavadero y fuente para los inmigrantes. Los emigrantes más afortunados trabajan de jardineros y peones en la acaudalada zona de Majadahonda, al oeste de Madrid. Otros, los menos, se buscan la vida como pueden: Para éstos, el tráfico de hachís es un medio para ir tirando.

"Aquí no hay historias bonitas, sólo personas que viven miserablemente", relata Saíd, uno de los chabolistas. La mayor parte de los habitantes del poblado cuentan con permisos de residencia. "Hace unos años casi todos teníamos traba o. Muchos j vecinos de Majadahonda pasaban por aquí para ofrecernos trabajo en sus casas. Hace tiempo que no viene nadie", recuerda Ahmed. Actualmente sólo trabajan 15 inmigrantes.

En Casas de Diego, sólo una chabola sobresale del resto: la mezquita construida en ladrillo. Limpia e iluminada, es utilizada diariamente por los, creyentes. En su interior se guardan unos libros religiosos, un reloj de pared y una lámpara de gas. Fuera de sus muros se agolpan el resto de barracas, objetos inservibles, moscas, animales caseros, ovejas, gente sin trabajo y algunas decenas de electrodomésticos viejos. 'Tos arreglamos y nos los llevamos a Marruecos. Allí representan un auténtico lujo".

La Consejería de Integración Social y varios ayuntamientos del noroeste iniciaron hace dos anos unas negociaciones para realojar a estos chabolistas y a otros que malviven en otros asentamientos de la sierra. El proyecto era trasladarlos a prefabricados colectivos, donde pagarían un alquiler mensual. Después de infinidad de reuniones todavía no se ha levantado ni uno de estos barracones y las barriadas de chamizos siguen como estaban.

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