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Reportaje:

Dichosa maleta verde

Una mujer esperó 10 días para recibir un pesado bulto que envió por una mensajería urgente desde Santander

Ana Alfageme

Nunca pensó Chus Puente que aquella maleta verde, pesadísima, iba a llegar a su casa 10 días después que ella. Chus, de 37 años, periodista, vive en un piso del centro de Madrid, rehabilitado y coqueto... un tercero sin ascensor.Cuando, el día 21 de julio concluyó sus vacaciones en la casa familiar de Santander, fue incapaz de levantar su maleta del suelo. Ni siquiera pensó en subir con ella los seis tramos de escalera de su casa de Madrid. Por eso llamó a la empresa de mensajería Seur. La familia entregó 4.800 pesetas a un empleado de la firma para que la hija recibiera el maletón (unos 35 kilos de peso) en casa al día siguiente.

El viernes 22 de julio, ya en Madrid, fue un día agitado para ella: pasó toda la mañana colgada al teléfono intentando averiguar en Seur a qué hora tendría en casa la maleta verde, repleta de los libros que ella había ido leyendo en la playa y de sábanas de hilo y manteles del ajuar familiar. "Después de mucho insistir, conseguí que me dijeran que la maleta sería entregada antes de las dos de la tarde", dice Chus. Así que se quedó esperando, sin hacer siquiera la primera compra posvacacional, hasta las tres menos cuarto, cuando salió a comer. Por la tarde continuaron las gestiones telefónicas. A las 18.00 horas, siempre según la versión de Chus, en el Servicio de Atención al Cliente -con el que este periódico tardó el pasado martes más de dos horas en comunicar- le dijeron que la maleta constaba como entregada. Chus preguntó a los vecinos, sin éxito. Dos horas más tarde salía de casa y al abrir el buzón encontró una nota del dueño de una tienda que está al lado del portal, diciendo que tenía la maleta.

Es aquí donde las versiones no coinciden: el director de mercadotecnia de Seur, Ignacio Zamalloa, asegura que el empleado que llevó la maleta alegó que la destinataria no estaba en casa y por eso dejó el bulto en la tienda, "donde dijeron que conocían a la destinataria", dice Zamalloa, "y se le hizo ese favor". Chus lo niega: "Oigo el timbre del portero automático desde todos los rincones de mi casa y tengo testigos de que a la hora que dejaron la maleta en la tienda, de 13.00 a 13.30 horas, estaba yo en casa".

Al día siguiente, la mujer insistió con Seur. "Estuve intentando convencerles de que enviasen a alguien antes de las 13.30, la hora en que cierra la tienda, para que me subiera la maleta. Toda la mañana para recibir respuestas tales como que les era imposible mandar a alguien, y que si yo no tenía a nadie que me ayudase a subir la maleta", explica Chus.

El martes, 26 Chus volvió a la carga, pretendiendo que le llevasen la maleta antes de las 10.30, hora en que ella se marcha de casa para ir a trabajar. "No concreté nada, porque", explica Chus, otro empleado "utilizó la táctica de perder la comunicación en varias ocasiones".

Después de aquello, entró la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en escena y medió. "Entregamos 90.000 paquetes diarios", dice Zamalloa, "y además sólo estamos obligados a llevarlo hasta la puerta de la calle". El dichoso bulto llegó el lunes 1 de agosto, a las 10.05. Chus, que aspira a que le indemnicen por la molestia, dice: "En la dirección estaba clarito: 3º derecha".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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