Santoña: El Penal
Y ahora soy su canción, y he venido a ser objeto de sus hablillas..."El Penal de El Dueso es lo que es y así se escribe o garabatea, si no hubiere lugar para más arte. Nos roe una inquietud o desfachatez. Rondamos El Penal. En Santoña ya viene a las mientes la nao Santa María, porque su amo Juan de la Cosa, tiene monumento; y en el bar del hotel Juan de la Cosa refrescamos... El Penal está a 500 metros. Sabemos que hay santoñeses..., ultrasensibles es de suponer, porque El Penal, dicen y dicen, no es Santoña. ¡Hala!, que nos perdonen tres canijos minutos de posible lectura. El Dueso, el director, José Ignacio Bermúdez, psicólogo por estudios, amante de su labor: "El Dueso es de las instituciones del Estado más queridas por todos los que estamos aquí; el 60-70% de los funcionarios son de Santoña y están orgullosos; cuando llegué, con buen tono, me advirtieron: "Queremos un director como Dios manda". Y el director manda y les exige, y todos contentos. Hay aquí 711 reclusos, que los mandones de Madrid llaman internos. Es lugar éste de grandes condenados por graves delitos; hay quien lleva 14 años, y lo que te rondaré... Cuesta creer que hemos entrado en una cárcel, que tal es el asiento mirando al mar, ¡qué bello! resguardado por el monte Bucero, de bruces a la playa, Berría, lindando con los 8.000 santoñeses. Y más: el edificio emblemático, de cuando se construyó El Penal, en 1907, diríase un ministerio, un monasterio de El Escorial a base de hierro.
En El Dueso el trabajo productivo es esperanza de vida. Ahora hay mucho recluso proveniente de las cosas de la droga. El taller de vestuario es una sastrería tecnológica, muy grande. Juan Nadal, 59 años, le da a la máquina eléctrica de coser. En el aller de carpintería no dan a basto, debido a un encargo de 1.000 puertas blindadas. Los internos, trabajadores a destajo, cobran unas 20.000 pesetas al mes que funden en el economato; trabajan cinco horas diarias, luego hacen deporte, estudian desde graduados hasta la universidad a distancia, pasean o se sientan en bancos que dan al mar: "Aquí yo me relajo, veo barcos, yates, barquitos, y puedo soñar", esto lo dice Pedro, y Juan... Aquí se cultivan tomates, lechugas, hay una explotación agropecuaria con 80 cabezas de ganado y un semental, nombrado scooby, que anda de peso por los 900 kilos.
El Penal ocupa 37 hectáreas de muro... El Dueso podría autofinanciarse, pero la burocracia del Estado lo impide. Hay nueve talleres de labor. Hay un taller que se denomina "varios": es el taller de los artistas, explican ellos, porque son reclusos que no quieren entrar en la dinámica, trabajar/ rendir/ cobrar. Un artista, en su celda, escribe en un ordenador Tantung, estudia tercero de psicología, tiene un anillo diminuto en la oreja, no sabe los años que le quedan de penal. Ingresó aquí por miembro de ETA militar. Le mostramos el titular de primera página de un periódico del día que informa: "Los jueces tachan de 'irresponsable' y 'cínico' al ministro de Defensa", y esto por la excarcelación de etarras. El militante/ interno opina: "Eso es un juego del Gobierno y las declaraciones del PP son electoralistas", y sigue, "Arzalluz es muy inteligente, dice lo que tiene que decir". El director halaga a cada recluso, "ya me he enterado de tu caso", "¡hola, Antonio!"... y en los reclusos, por unos segundos, algo se derrite. El chef de la cocina espaciosa, moderna, limpia, José Félix, ofrece la prueba del almuerzo del día: ensalada muy ilustrada, chuleta de cerdo con pimientos rojos o carne guisada, y melocotón o neftarina de postre. Roberto, ocho años de cárcel ya, dice que "Amedo es un tío con mucha cara" y que "el sida es la enfermedad de moda". El director remata la etapa: "Aquí, como tienen que luchar por la libertad, su inteligencia se estira, y se hacen otros". Sin libertad.
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