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Un niño muere aplastado por una escultura de 200 kilos en el Museo Gaudí de Barcelona

El pequeño Altor Iglesias, de cinco años, falleció el pasado sábado al desplomarse sobre él una pieza de yeso de dos metros de altura y más de 200 kilos de peso en el Museo Gaudí de Barcelona. El niño, que visitaba los sótanos del templo de la Sagrada Familia con sus padres, se acercó a una réplica en escayola de uno de los capiteles que coronan la fachada del Nacimiento del templo sin que ninguna valía se lo impidiera y agarró uno de los salientes de la mole, de yeso. Ésta, con una base más estrecha que su parte superior, se venció, cayó y le rompió la base del cráneo.

"No puedo olvidar la imagen", explicaba ayer Valentín Iglesias, de 38 años, padre de Aitor. Recuerda el estruendo y los gritos desesperados de su esposa. Cuando, se acercó, sólo vio los pies de su hijo. Una mole de yeso hecha añicos aplastaba su pequeño cuerpo. "No sé de dónde saqué la fuerza, pero la levanté", relata. El niño tenía el cráneo roto y sangraba por los oídos y la boca, pero todavía respiraba. Sin esperar a una ambulancia, cogió a su, hijo en brazos, tomó un taxi y se dirigió al hospital de Sant Pau, situado muy cerca del templo. Aitor ingresó con vida, pero dos horas más tarde el equipo médico certificaba su muerte.La escultura que aplastó al niño era una réplica de las llamadas constelaciones: una paloma se encarama hacia el vacío, desde un capitel coronado por las gaudinianas bolas con puntas. Este conjunto descansa sobre una columna con una base de un metro de diámetro, mucho más estrecha que la parte superior, con lo que la inestabilidad de la escultura es patente. La réplica estaba además débilmente anclada al suelo. El niño tocó uno de los salientes del conjunto y la escultura se venció sin mayor resistencia.

Los padres de Aitor denunciaron los hechos en la comisaría de la Concepción de Barcelona y el juzgado número 9 de Barcelona ha iniciado la instrucción del caso. "No queremos perjudicar a nadie, pero pensamos llegar hasta el final para que no vuelva a repetirse lo que nos ha pasado", explicó Valentín. "El museo, tal y como demuestran los hechos, no tenía la seguridad necesaria y, además, no dispone de ningún seguro de accidentes", dice el padre de Aitor.

El Museo Gaudí estuvo abierto todo el sábado. Los ingresos por la visita a la Sagrada Familia, de cuyo conjunto forma parte el museo son parte fundamental para financiarlas polémicas obras del templo.

La escultura hecha añicos fue retirada el domingo y amontonada junto a otras en un almacén a iniciativa de los agentes de seguridad privada que vigilan el recinto. "La gen te quería llevarse los trozos como souvenir", asegura un trabajador. "Ha, sido un desgraciado accidente que lamentamos profundamente; nunca nos había pasado nada así", aseguró una portavoz del templo, que el año pasado fue visitado por 55.000 niños de colegios.

El presidente de la fundación encargada de la construcción del templo, Josep Lluís Sagarra, se desplazó el pasado sábado desde la localidad gerundense de Port de la Selva para entrevistarse con los padres del niño. En el templo apenas quedan trabajadores en agosto, únicamente los que se dedican a tareas de seguridad o atienden a los turistas.

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La familia Iglesias, compuesta por el matrimonio y otra hija de dos años, reside en Madrid. El padre trabaja en el Banco de España y, junto a su familia, estaba de vacaciones en una residencia que, el banco pone a disposición de sus empleados en Torredembarra (Tarragona).

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