La provocación y la irresponsabilidad
LOS DE ETA han vuelto a matar en Madrid. Han vuelto a golpear al Ejército en su estrategia de intentar crear fisuras entre esta institución y las autoridades civiles. Y lo han vuelto a hacer donde piensan que más efecto' corrosivo para el sistema democrático puede tener un atentado como éste, en Madrid. Son ya más de 40 los jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas que han caído en la capital de España víctimas de la saña asesina de la organización terrorista. ¿Para qué? ¿Está más cercana para estos pistoleros su meta de un País Vasco independiente, unificado y colectivista?La explosión, poco antes de las nueve de la mañana de un coche bomba causó la muerte al teniente general del Ejército de Tierra Francisco Veguillas, director general de Política de Defensa, a su chófer y a un trabajador del Ballet Clásico de Madrid que se encontraba en la zona del atentado. También resultaron heridas. otras 20 personas, entre escoltas y transeúntes.
No vamos a entrar en más disquisiciones sobre los objetivos de la banda criminal, que mata para seguir demostrándose a sí misma que existe, para seguir alimentando la mentira que la nutre. Nos saldrán ahora sus colaboradores hablando de treguas y negociaciones. Nada de esto es nuevo. Y la respuesta debe ser la acostumbrada: rechazo de los asesinos y de sus satélites, que viven de la explotación política del crimen.
Contra las negociaciones, persecución policial y medidas de protección más efectivas. Mucho más efectivas que las vigentes, que no han logrado impedir que un comando de ETA actuara de nuevo en pleno corazón de la capital de España contra uno de los más significados miembros del, Ejército, pese a los claros indicios que tenían las autoridades sobre la planificación de un inminente atentado en Madrid. Han tenido que encadenarse numerosos fallos en materia de seguridad para que se produjera ayer este atentado mortal contra un teniente general con un cargo de especial relieve en la defensa nacional. Resulta increíble que aún hoy una banda de terroristas que, según se insiste, tiene notorias dificultades para reclutar apoyos y crear infraestructura haya logrado realizar esta criminal operación con tal exactitud.
Pero hablando de fallos, resulta aterradora la irresponsabilidad del líder de la oposición José María Aznar, y de otro dirigente de su partido como Francisco Álvarez Cascos, que con el coche bomba aún humeante se han lanzado a unas manifestaciones en las que sólo les faltó responsabilizar directamente al Gobierno de los asesinatos. La ansiedad por acabar con un Gobierno que mantiene una mayoría en el Parlamento está llevando a algunos líderes de la oposición a descalificarse por completo. Estamos hablando y, por desgracia, no sólo hablando, sufriendo de una cuestión extremadamente grave: que unos políticos ansiosos por sustituir a los actuales gobernantes intenten recoger migajas políticas de la muerte. Se puede estar en favor o en contra de la reinserción, pero achacar a la reinserción el atentado de ayer es demagogia insensata. Los terroristas que asesinaron ayer a tres españoles en Madrid están en contra de la reinserción. Digámoslo claro: ETA está en contra de la reinserción, como lo demostró con el asesinato de Yoyes y con sus amenazas a cuántos se desvinculan de la banda, porque debilita su frente en las cárceles y merma sus fuerzas fuera.
Que el máximo dirigente del Partido Popular se expresara ayer en estos términos le resta parte del capital político que se había ido ganando. Las cuestiones de terrorismo hay que tratarlas con dureza y cabeza fría. Deben estar como así ha sido durante muchos años, por encima de la batalla por el voto. Persecución policial y reinserción son los dos frentes contra ETA delimitados expresamente en el pacto de Ajuria Enea. Hasta ahora, ha sido seguramente el único campo en el que se han puesto de acuerdo todos los partidos, democráticos. Será bueno que no se rompa ese frente común. Incluso para que el Partido Popular pueda gobernar en el futuro.
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