"Berlusconi es peor de lo esperado"
Massimo d'Alema, de 45 años, elegido el pasado 1 de julio líder del primer partido de la oposición en Italia, teme que la incapacidad política de Silvio Berlusconi empuje a su país hacia "una crisis política e institucional grave".
Casado, con dos hijos, militante comunista desde los 14 años, propietario de un pequeño barco de vela que representa su único hobby conocido, Massimo d'Alema, que llega hoy a Madrid, accedió a la cúspide del PDS en abierto enfrentamiento con el fundador del partido, Achille Occhetto, y con una fama, que él considera injusta y superada, de hombre duro y del aparato., "El papel de Occhetto, en el PDS depende de que él supere este momento de comprensible amargura. Nosotros le necesitamos", comenta D'Alema a este diario en su despacho. Pero la actualidad siempre candente de la política italiana deja poco espacio para otros temas que no sean los del momento.Pregunta. ¿Qué probabilidades de supervivencia da a este Gobierno?
Respuesta. Es difícil decirlo, porque el Gobierno es víctima de sí mismo. Ése es el mayor peligro que corre. Si en lugar de gobernar, Berlusconi sigue forzando las cosas, realizando gestos absurdos, como el decreto en materia de justicia penal, u ocupándose de las desventuras de su empresa, se corre el riesgo de llegar a una grave crisis política e institucional- Yo no era muy optimista con respecto a la capacidad de estadista del presidente del Consejo de Ministros, pero lo que está ocurriendo es aún peor de lo que se podía pensar.
P. También los jueces parecen desempeñar un papel determinante en ese proceso y, en general, en el momento político italiano.
R. Es verdad que la magistratura ha asumido un papel muy importante, un papel político. Pero yo no culpo de ello a los magistrados, que lo que hacen es perseguir delitos que, en el 90% de los casos, se llegan a demostrar. El espacio de la magistratura deriva de la crisis del poder político democrático, una crisis de la que no hemos salido con las elecciones del 27 y el 28 de marzo. Y ése es el verdadero problema que vuelve a primer plano. La clase dirigente que ganó las elecciones no era nueva. Era, simplemente, la otra cara de la vieja.
P. Ha habido casos de corrupción también en su partido. Vista la magnitud del fenómeno, ¿no habría que buscar esa salida política del problema, de la que se habla tanto?
R. Lo que afecta a mi partido es episódico, mientras que en Italia había un verdadero y auténtico sistema de corrupción. En cuanto a la expresión solución política, a mí no me ha gustado nunca, porque da la idea del, borrón y cuenta nueva. Además, las amnistías se han dado sólo tras las revoluciones, nunca han sido decididas por los responsables de los delitos, ya que caerían bajo la sospecha de querer amnistiarse a sí mismos, y la opinión pública no lo aceptaría. Lo que se puede hacer es adoptar normas relativas a la justicia que aceleren los procesos, que faciliten pactar las penas y que agilicen la aplicación de algunas reducciones de condena. Pero la solución política no es viable.
P. Volviendo a la hipótesis de que el Gobierno caiga, ¿qué ocurriría? ¿Qué alternativas se plantearían?
R. Creo que si este Gobierno cayera, habría que ir en un plazo bastante rápido a las elecciones. Pero no inmediatamente, por dos razones. En primer lugar, porque todos estamos de acuerdo en que esta ley electoral no va bien y en que hay que rehacerla. Segundo, porque hay un problema de garantías de la libertad de la información y de la paridad de condiciones en campaña electoral. Muchos están de acuerdo en que la situación actual de nuestro país (donde Berlusconi tiene tres cadenas nacionales de televisión) no es equilibrada desde ese punto de vista. Por ello, en caso de crisis, tendría que haber un Gobierno institucional que afronte estos dos problemas. Pero, ése no es nuestro objetivo. A mí me gusta poco la idea de que el. PDS vaya al Gobierno a través de una maniobra parlamentaria. Preferiría poder llegar al Gobierno a través del voto de los ciudadanos.
P. En la última campaña electoral, Berlusconi prometió reducir los impuestos. La izquierda le llamó demagogo, y pidió a la gente que siguiera pagando a Hacienda, prometiendo más equidad fiscal y una administración más eficiente. La izquierda perdió. ¿Hay que cambiar esos planteamientos?
R. Berlusconi no ha reducido los impuestos. Todo era un gigantesco engaño. No es un consuelo que alguien se haga con el Gobierno engañando a la gente, pero la próxima vez los electores valorarán no lo que promete, sino lo que ha hecho.
P. ¿No fue, pues, el programa lo que hizo que la izquierda perdiera las elecciones?
R. Creo que hubo una limitación en nuestro mensaje programático, en el sentido de que no ligamos suficientemente el saneamiento (de las finanzas públicas) al desarrollo y al empleo. Lo más grave es que dejamos a la derecha todo la iniciativa en esos campos. La segunda. equivocación fue que, mientras la derecha decía que quería cambiarlo todo, la Administración, los servicios, nosotros pusimos el acento más en el miedo a esos cambios que no en los cambios que nosotros pretendemos. Y esto, consintió a la derecha recoger ese descontento público con respecto a la Administración, a la gestión de los servicios.
P. Dentro de la propia izquierda se ha dicho que un factor de la derrota fue el peso del aparato del PDS.
R. No tenemos ya aparato, y, por tanto, no entiendo qué peso pudo suponer. En 1975, el PCI tenía 6.000 funcionarios. Hoy, entre políticos y técnicos, en toda Italia tenemos 600. Por otra parte, yo sostengo que el partido no debe ejercitar su función en las instituciones, sino que debe ser una fuerza organizadora de los ciudadanos en la sociedad, un instrumento de participación ciudadana, de elaboración cultural y programática.
P. Pero usted se propone mantener a ultranza la identidad de su partido.
R. Las nuevas agregaciones serán siempre alianzas entre sujetos y grupos distintos. Yo pienso en una alternancia entre coaliciones, y estoy convencido de que no podemos ir a las elecciones sólo como alianza de izquierda, porque eso ya lo experimentamos y perdimos; sino como una alianza de fuerzas democráticas, de centro, católicas, laicas, etcétera. Con esa perspectiva, si alguien pretendiera crear una es pecie de partido único de centro izquierda, chocaría con muchas sensibilidades, sería acusado de hegemonismo y, en definitiva, no llegaría a ninguna parte. La vía es, por ello, la alianza entre fuerzas distintas con un programa de cooperación y un candidato a primer ministro, que no puede ser el secretario de ninguno de esos partidos. Ésa me parece la vía realista para llegar al Gobierno. Si hablamos de coaliciones en las que todos entran con igual dignidad, es claro que el jefe de uno de los grupos no puede ser el líder de todos. Hay una incompatibilidad de funciones.
P. ¿Entrará Refundación Comunista en esa alianza?
R. No sé dónde estará Refundación, porque eso depende sobre todo de ellos. Nosotros consideramos esencial el problema de la colaboración con el centro democrático. Si Refundación lo acepta, estará en la coalición; de lo contrario, no. Pero nosotros estaremos igualmente.
P. ¿La Liga Norte?
R. También depende de ellos. La Liga ha optado por una alianza con la derecha, y yo tengo la impresión de que eso le crea incomodidades., Puede, pues, ocurrir que, en perspectiva, la Liga, o parte de ella, prefiera una coalición distinta.
P. ¿Cómo se plantea las relaciones con Forza Italia?
R. Ahora, lo que nos interesa es establecer una relación correcta entre mayoría y oposición, con el respeto de unas reglas, y querríamos que Berlusconi entendiera que debe gobernar el país y no pretender mandar, ni ocuparse de cuestiones que no le competen, como la. RAI o el nombramiento de directivos del Banco de Italia. Esperamos que todos los que en Forza Italia entiendan esto se hagan oír. No para colaborar con nosotros, sino para colaborar a un correcto funcionamiento de la vida democrática. Gobernar es una cosa, y mandar otra.
P. ¿Tiene ya una fecha para entrevistarse con Berlusconi.?
R. Se habló de una entrevista, pedida por Berlusconi en una carta que yo aprecié mucho, pero después ha realizado una serie de actos totalmente contradictorios con lo que ha bía escrito. Cuando se escribe que "debemos dialogar sobre las reglas", y luego se hace un decreto en materia de justicia penal como el que se hizo, se cae en una contradicción total. El encuentro sería útil, si existe una voluntad efectiva de ir por la vía correcta. Pero mi impresión es que esa voluntad resulta contradicha casi a diario.
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