Bono desafía a Borrell y advierte que Castilla-La Mancha no dará ni una gota para regadíos

Ni una gota. En abierto desafío al ministro José Borrell, el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, reiteró ayer que no cederá ni un metro cúbico de agua del Tajo a las comunidades de Valencia y Murcia, cuyas plantaciones están amenazadas de ruina. Para hacerse fuerte, Bono movilizó en una reunión semiclandestina a los diputados y senadores socialistas castellano-manchegos.Un presidente de comunidad autónoma no debería descalificar al Gobierno de la nación%9, le reprendió el titular de Obras Públicas. Para Borrell, Bono ha creado un conflicto "que ni el rey Salomón podría resolver".

La guerra del agua derivó ayer en un abierto enfrentamiento entre dirigentes socialistas. A sólo 48 horas de la reunión del Consejo de Ministros que debatirá, por segunda vez, el trasvase de 60 hectómetros de agua del Tajo a la cuenca del Segura, Bono se mantenía "intransigente", según fuentes del Gobierno, creando gran malestar en La Moncloa.Tras reunirse en Madrid con los parlamentarios castellano-manchegos, Bono se hizo fuerte en su pulso tanto con Borrell como con los también socialistas presidentes de la Comunidad Valenciana, Joan Lerma, y de Murcia, María Antonia Martínez.

"Aspiro a que el Gobierno cumpla la ley. El Plan Hidrológico Nacional se basa en llevar agua de donde sobra a donde falta", dijo ayer a este periódico el presidente castellano-manchego, quien alegó que en su región no sobra el agua, informa Luis R. Aizpeolea. Un total de 107 municipios de Castilla-La Mancha presentan actualmente problemas de abastecimiento de agua, que afectan a 200.000 personas. Toledo es, con 44 pueblos y 150.000 habitantes afectados, la provincia con mayores necesidades. Según Bono, si el Consejo de Ministros de mañana se inclinase por aprobar el trasvase, sería "una decisión injusta, contraria a la ley".

La férrea actitud de Bono, que se ampara en anteponer la prioridad del agua para beber a la de los regadíos, ha abierto sospechas incluso en el propio PSOE. Bono, según sus detractores, trata de recuperar terreno tanto en el partido como en su región, ante la proximidad de las elecciones autonómicas, que se celebrarán en primavera. Pero él lo niega tajantemente: "Tengo mucho que hacer como para dedicar mi tiempo a especulaciones de despacho. Es más cómodo ser arbitrista que defender los intereses de la región. Nunca fue fácil defender los intereses de Castilla-La Mancha".

Aunque Bono negó también que su actitud haya propiciado una división interna entre los socialistas, sí, reconoció que hay riesgo de claras desavenencias. "Me preocupa muchísimo que una medida del Gobierno rompa la unidad hidrológica de España", espetó .De hecho, la guerra del agua estuvo a punto de anegar ayer al Grupo Parlamentario Socialista.

Joaquín Almunia, Presidente del grupo y portavoz en el Congreso, impidió que los 21 diputados y senadores de Castilla-La Mancha se reuniesen en el edificio de los grupos parlamentarios frente al palacio del Congreso, pese a lo que habían previsto oficiosamente el martes. Ante esta negativa, informa Camilo Valdecantos, los parlamentarios y Bono se congregaron de forma semiclandestina en el hotel Suecia, próximo al Congreso, y acordaron un manifiesto de tres puntos en el que, piden un "pacto del agua". Poco después de hacerse público este manifiesto se reunía el pleno del Consejo Nacional del Agua que aprobó las alegaciones al anteproyecto del Plan Hidrológico Nacional.

Fuentes socialistas aseguran que Almunia desaconsejó la reunión auspiciada por Bono al entender que hubiera significado dar cobertura parlamentaria a la guerra del agua y un enfrentamiento entre parlamentarios del propio grupo.Agua para beber

También el ministro Borrell intentó poner orden. Horas antes de presidir el pleno del Consejo Nacional del Agua, el ministro de Obras Públicas desautorizó a Bono por plantear el problema del trasvase con el dilema de "agua para beber en Castilla-La Mancha frente a agua para regar en Alicante y Murcia". "Si fuera así, evidentemente la prioridad la

tendrían los abastecimientos" dijo.

Borrell garantizó el abastecimiento de agua a todas las poblaciones de Castilla-La Mancha, pero lamentó que "la escalada de tensión" y la "imagen de división en la familia socialista" creada por el cruce de declaraciones hayan llevado el contencioso a una situación en la que "ni el rey Salomón conseguiría resolver el problema". El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y el ministro de Agricultura, Luis Atienza, se sumaron al llamamiento a la calma advirtiendo que no se autorizará ningún trasvase sin garantizar previamente el abastecimiento a Castilla-La Mancha.

En la misma línea, el presidente de la Generalitat valenciana, Joan Lerma, expresó su convencimiento de que el Consejo de Ministros adoptará mañana una "decisión racional". "Nunca se me ocurriría reivindicar agua para el riego si en otra comunidad hubiese problemas para el abastecimiento personal de los ciudadanos", añadió.