La bomba se llevó la historia de los 'gauchos judíos'
En 1960 los archivos de la Asociación Mutual israelita Argentina (AMIA) tenían registrados unos 500.000 judíos en Argentina. Se podía saber de ellos por su afiliación a alguna organización vinculada a la comunidad. Esa es parte de la historia que ha quedado destruida con el atentado del pasado martes. En la sede de la AMIA, que este año festejaba el centenario de su fundación, se conservaba toda la documentación existente desde la llegada de los primeros colonos judíos a Argentina en 1870.
Los herederos de aquellos gauchos judíos que se instalaron en los campos de las provincias de Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos y de los pequeños comerciantes que fueron habitando el barrio del Once, en el centro de Buenos Aires, quedan unos 300.000. Los viejos judíos del Once, donde funcionaba la sede de AMIA, han visto en los últimos años, no sin asombro, cómo las oleadas de inmigrantes coreanos han invadido el barrio.
La comunidad se ha reducido por el exilio político, la persecución religiosa y los periodos de decadencia económica que se sucedieron desde las dictaduras militares hasta los primeros años de la recuperación democrática. De los 9.000 casos probados de personas secuestradas y desaparecidas bajo la dictadura militar que encabezó en 1976 el general Jorge Videla —indultado a fines de 1989 por el presidente Menem de su condena a reclusión perpetua—, más de 1.500 eran judíos.
Cruces gamadas
Las actas del juicio a los comandantes de la dictadura militar recogen cientos de testimonios de personas que fueron torturadas por oficiales que lucían cruces gamadas en sus uniformes. La ideología antisemita con que fueron formados los militares argentinos no fue más que una extensión natural de la ideología predominante en la clase política argentina desde principios de siglo. Con el viaje oficial que realizó en 1991, Carlos Menem se convirtió en primer jefe de Estado argentino que visitó Israel.
La comunidad judía en Argentina está compuesta hoy por una mayoría de profesionales independientes —ingenieros civiles, arquitectos, psicoanalistas, periodistas y médicos—, además de las tradicionales familias de industriales de la rama textil y los pequeños comerciantes. Los grupos económicos judíos controlan tres bancos importantes, el Banco Mayo, Banco Patricios y el Banco Mercantil, que acaba de comprar junto a un grupo norteamericano la ex Caja Nacional de Ahorro Postal. Los bancos tienen su origen en los movimientos Cooperativos que la comunidad judía impulsó en todo el país, especialmente en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.
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