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TOUR 94

Alpe d' Huez recibió a los desahuciados

Induráin, duodécimo en la cima, sólo aceptó mostrar su fortaleza en los últimos cinco kilómetros de la ascensión

JUAN MORALa cima que tradicionalmente consagra a los campeones del Tour recibió a un rosario de desahuciados. Primero Conti, un hombre que a punto de cumplir los 30 consigue su primera victoria, luego Buenahora, que está a más de media hora del líder Bolts, Elli, Perini, Müller, Cenghialta famosos ellos- Los teloneros fueron apareciendo después Pantani, Virenque... y, a continuación, Induráin embravecido. Sufrió la transformación en los últimos cinco kilómetros para dignificar el jersei amarillo que porta. Su postrera exhibición no sirvió para evitar el fiasco de una etapa reina, consecuencia de que el Tour es una carrera sentenciada.

Induráin no dará una pedalada de más porque, ganado éste -salvo. infortunio- sin tener que hacer más esfuerzos que los demás, hay que guardar energías para el próximo, que es el mejor, el que supondría su quinta victoria consecutiva, gesta que aún falta por escribir en los 81 años de historia de la carrera. Cinco veces, lo han ganado Anquetil, Merckx e Hinault, pero ninguno todos seguidos. Induráin y sus asesores -directores deportivos y médicos- están convencidos de que los alardes se pagan, por que las fuerzas son un bien preciado que hay que conservar. Cuando se acaban, se acaban y no hay más de donde sacar.

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Induráin, consecuente con esta teoría, hizo ayer lo que tenía que hacer. El no está en el Tour para contribuir a la mitificación de una de las montañas de mayor carisma en el mundo del ciclismo, e está aquí para ganar la carrera. La tradición dice que el que sale vestido de amarillo de Alpe d'Huez conserva el jersei hasta París. Pues Induráin entró y salió.

El líder cruzó duodécimo la meta y cedió 35 segundos a Virenque, que es el segundo clasificado de la general. También Pantani redujo su diferencia de 11.55 minutos a 9.40. Son datos engañosos, porque Induráin, sólo cuando él quiso, volvió a ser corredor capaz de asombrar al do. En los últimos cinco kilometros de la ascensión tardó1.15 minutos menos que Conti ganador de la etapa, 45 segundos menos que Virenque, el rey de la montaña, y 15 segundos menos que Pantani, que parece el mejor escalador del universo. Para que se sacudiera su tacañería energética tuvo que suceder que la lucha entre Pantani y Virenque fuera más lejos de lo que él deseaba. Pasaba porque un grupo de 14 escapados se presentara en las rampas de Alpe d'Huez con diez minutos de ventaja, porque Conti pasara de desahuciado marginado -estaba a 17.53 minutos y quedó a 9.57- y porque Pantani y Virenque decidieran de nuevo resolver el duelo de águilas que mantienen desde los Pirineos.

El resultado de este particular enfrentamiento convirtió la subida en una carrera de persecución en alta montaña. Pantani dando pedales como un poseso -usa un desarrollo muy corto- y Virenque perdiendo el alma para no perderle de vista después de cada curva. Muy delante, Conti. Por en medio, el rosario de cadáveres en el que había quedado convertido el grupo de escapados. Detrás, el rey, Induráin, izado por sus gregarios y seguido por la cohorte. Sobre su rostro, ni una gota de sudor.

Después de ocho kilómetros de ascension, el cortejo real no había restado ni un sólo segundo al plebeyo Conti, mientras Virenque y Pantani iban camino de situarse en la clasificación general a una distancia de Induráin que podría considerarse irrespetuosa. Fue entonces cuando éste apartó al fiel escudero, que le abría camino, González Arrieta, se elevó sobre el sillín, tensó la cadena, bajó la cabeza y cuando la elevó estaba enseñando la dentadura. "Tampoco es para tanto" comentaba luego el navarro. "Total, la etapa ha sido sólo de media montaña, con sólo la llegada a Alpe d'Huez dura. Luego, se ha hecho más dura a unos cuantos por los kilómetros que se llevan ya en las piernas, que son muchos, y por la gran velocidad a que se ha corrido". Un dato: la segunda de las seis horas que duró la etapa se corrió a una velocidad media de 43 kilómetros por hora, lo que no está nada mal para el recorrido de subes y bajas que atravesaba.

Los cortesanos que le seguían se charon a temblar. De las Cuevas y Zülle no le resistieron ni un metro. PuInikov y Leblanc se pusieron tras él y rezaron ante la experiencia que les aguardaba de subir a tumba abierta. En esos cinco kilómetros finales, Indurain puso las cosas en su sitio. Conti le daba igual, Pantani algo menos y Virenque algo más. La juventud es insolente por definición y había que darles un correctivo. A Pantani ya se le dio en Hautacam; a Virenque, ayer casi. Le faltó una curva más para ello.Y los cortesanos, además, no es que se conformaran con el protocolo que siguen: todo son peleas entre ellos para alterarlo. El doliente de la batalla de ayer era el iluminado De las Cuevas, que perdió la porción del podio que estaba dispuesto a comerse en beneficio de su compatriota Leblanc. "Nos ha venido muy bien que Pantani marchara por delante" analizaba Leblanc. "Mi compañero en el Festina Virenque ha sabido moverse a la perfección y ha logrado mostrarle a De las Cuevas cuales son sus límites".

Por detrás Laudelino Cubino (Kelme) daba su última pedalaba y conseguía una marca que le igualaba a Adriano Baffi: comenzar Vuelta, Giro y Tour y no terminar ninguna de las tres carreras. Entre medias, una etapa en el Giro. La culpa, más que de la rodilla que le apartó en las otras ocasiones, se echaba en su equipo a una ducha fría tomada a las cuatro de la mañana.

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